Médicos aseguran que no se llega a cubrir la demanda de los
hospitales. Es porque la especialidad se complejizó y menos jóvenes la eligen.
Las unidades de terapia intensiva (UTI) constituyen una
ámbito crucial dentro de los hospitales. Allí miles de pacientes con patologías
graves, como por ejemplo: politraumatismos, insuficiencias respiratorias o
accidentes cerebrovasculares se debaten entre la vida y la muerte. Estos
pacientes requieren cuidados críticos a cargo de médicos intensivistas.
Sin embargo, esta atención corre peligro. Autoridades de la
Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) advirtieron que en el país se
necesitan 1.200 especialistas en medicina crítica, o sea, el doble de los que
hay hoy en día. “El estado actual de desarrollo tecnológico ha hecho que esta
especialidad se vuelva cada vez más compleja. Faltan médicos entrenados y
certificados en terapia intensiva y, al mismo tiempo, hay cada vez más demanda
de atención. No se llegan a suplir las necesidades”, le dijo a PERFIL Cayetano
Galletti, presidente de la SATI.
Según regulación del Ministerio de salud de la Nación,
debería haber un médico especialista en terapia intensiva cada siete camas,
algo que no se cumple en muchas de las UTI de hospitales públicos y privados
del país. “Aunque no hay datos oficiales,
según un censo de la SATI calculamos un total 1.200 especialistas. Pero
necesitamos el doble de médicos intensivistas y el triple en áreas como
neonatología y pediatría”, manifestó Galletti.
Problema. El título de especialista en terapia intensiva es
otorgado por entidades como universidades, colegios médicos y sociedades
científicas. Pero pocos médicos jóvenes eligen acceder a la certificación. “El
40% de los llamados a concursos para hacer la residencia en UTI quedan
vacantes. En el interior, la cifra llega al 70%”, sostuvo Galletti. “La gran
mayoría no se presentan a la residencia porque la especialidad tiene un
profundo impacto en la vida personal y familiar. Hay una gran carga laboral,
creciente responsabilidad médica, tareas cada vez más complejas que implican
entrenamiento constante y una mala remuneración”.
El problema se agudiza en el caso de pediatras y
neonatólogos, donde se trata de una subespecialidad. “La formación es muy larga
y exigente: siete años de carrera y entre cinco y siete más de formación de
posgrado”, explicó Analía Fernández, intensivista pediátrica. “El problema es
que la UTI necesita un médico 24 horas y hay que hacer guardias. La
especialidad no está pensada para que el médico trabaje en un solo lugar”, sostuvo. Los expertos proponen una reingeniería
del sistema de salud que les permita tener horarios determinados y hacer
guardias un cierto tiempo (20 años) para atraer a más jóvenes.
Fuente: Diario Perfil
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