Se trata del caso de Humberto “Sapito” Ruiz, denunciado por
Página/12, que murió por falta de atención en la Villa 31, en abril de 2011.
Las médicas fueron condenadas a tres años de ejecución condicional. La sala
estuvo repleta de médicos vestidos con guardapolvos.
Condena condicional de tres años e inhabilitación para
ejercer la profesión por dos fue el fallo que saldó el juicio por la muerte de
Humberto “Sapito” Ruiz. Pese a la disconformidad de los familiares de Sapito y,
obviamente, de las médicas del SAME, Eva Celia Rodríguez y Marcela Susana Tela,
acusadas de abandono de persona seguida de muerte, el fallo es histórico en el
sentido de que es la primera vez que en la Ciudad se condena a médicos por discriminar
la atención de la salud por tratarse de una villa. El fallo además se enfrentó
a una suerte de presión corporativa, para llamarla de alguna manera: a
diferencia del resto de las audiencias, la sala estuvo poblada de médicos,
muchos de ellos vistiendo sus delantales blancos, y al finalizar el juicio se
escucharon gritos y reclamos, no contra la jueza María Elena Diotti ni contra
la familia de Sapito, sino contra las autoridades del SAME y del gobierno
porteño. “¡Les soltaron la mano!”, gritaron varios como síntesis de lo que
pensaban, tal como lo había señalado este cronista en la primera audiencia.
La Sala 6 de los tribunales de la Justicia porteña ayer no
mostraba el mismo aspecto que a lo largo de los pocos días de audiencias por el
caso de Sapito Ruiz. El día de inicio del juicio apenas una decena de personas
acompañaba a las dos acusadas, las médicas Rodríguez y Tela. Ayer, casi un
centenar de médicos pobló la sala. Y no llegaron con la intención de pasar
desapercibidos: muchos de ellos ostentaban sus guardapolvos blancos como
símbolo del “aquí estamos”,
Durante la mañana se desarrollaron los alegatos. La fiscal
Daniela Dupuy pidió cinco años de prisión a cada una de las acusadas y siete de
inhabilitación. La querella, representada por el abogado Sergio Larrosa, pidió
siete de prisión y diez de inhabilitación. Por su parte, el abogado de la
defensa, Vadim Mischanchuk, que si bien actuó como defensor particular es el
abogado de la Asociación de Médicos Municipales, pidió la nulidad del juicio y,
por si acaso, la absolución de sus dos defendidas. Tal como había anticipado
este diario en la primera audiencia, Mischanchuk estaba dispuesto a demostrar
que si la ley 1883 de la Ciudad, que rige las emergencias médicas, permite que
en caso de riesgo para sí sea legal eludir la atención, entrar en una villa a
atender a un paciente sería lo mismo que inmolarse. No habló sobre el
ofrecimiento de custodia policial que desacomodaba el discurso. Su alegato
consistió en acusar políticamente hacia arriba las responsabilidades del SAME
de no haber resuelto situaciones de emergencia y que las dos médicas eran, para
el caso, las patas de la boda. En términos penales, con los testimonios de los
policías que declararon haber ofrecido custodia, oferta que les fue rechazada,
el audio de los choferes denigrando a los “negros villeros”, las declaraciones
de los familiares y vecinos que intentaron salvar a Sapito trasladándolo sobre
una puerta a la manera de camilla hacia la ambulancia que ya se había ido, el
testimonio político al estilo de un caso Dreyfus sonaba, como mínimo, azaroso y
de escasas expectativas de éxito.
Después del cuarto intermedio, se leyó el fallo. La jueza
Diotti consideró probado que no había motivos para no asistir a Sapito, y con
un solo dato de la realidad echó por tierra los argumentos de la defensa: ese
día nadie presentó ninguna denuncia por agresiones contra médicos del SAME en
la Villa 31. En esencia, consideró que “las imputadas faltaron a su deber por
sus prejuicios discriminatorios y, por eso, cometieron un delito”. Finalmente
condenó a ambas médicas a tres años en forma condicional, a dos de
inhabilitación profesional y otros dos de actividades en comedores
comunitarios.
“Sirvió un poco para que no vuelva a pasar”, dijo Patricia
Luna, cuñada de Ruiz, a este diario. “Me quisieron tapar la boca con 140 mil
pesos antes de empezar el juicio, por eso esperaba que hubiera una condena.
Ojalá que sirva para no pase de nuevo”. Tanto la querella como la defensa
apelarán el fallo.
Sapito Ruiz murió el 5 de abril de 2011, en medio de
convulsiones epilépticas que tuvo durante toda una mañana, luego de que sus
familiares pidieran repetidas veces auxilio al SAME. La médica Eva Rodríguez
llegó con una ambulancia hasta la seccional 46, pero no entró a la villa sino
que esperó que el paciente, a 20 cuadras de allí, se presentara ante la
ambulancia. Como no lo hizo, se retiró. La médica Marcela Tela aguardó con la
ambulancia a unos 150 metros de la casilla, pero fuera de la villa junto a un
policía que ofreció acompañarla. Se negó a entrar y se retiró. Al día
siguiente, los vecinos cortaron la autopista Illia en protesta por la
discriminación. Mientras todos los medios cubrían los efectos del corte, este
cronista recorría a pie y sin custodia los pasillos por los que debería haber
pasado el SAME con la custodia policial ofrecida. Después del juicio quedó
demostrado que el miedo a la inseguridad tiene efectos más allá de la
inseguridad misma y que la inseguridad no está siempre donde se dice que está.
Fuente: Página 12
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios con contenido inapropiado no serán publicados. Si lo que Usted quiere es realizar una consulta, le pedimos por favor lo haga a través del link de Contacto que aparece en este blog. Muchas gracias