En esta época se potencian el estrés, el cansancio y la
angustia, al comparar la situación ideal con la realidad. Apenas aparecen estas
conductas adictivas o de irritabilidad se recomienda acudir a un profesional.
Los especialistas de la salud mental advierten que con la
llegada de fin de año aumentan los casos de burnout, o síndrome del cerebro
quemado, influenciados por el comienzo de una etapa de balances donde se
potencian el estrés, la tristeza y la depresión al comparar la situación ideal
con la realidad.
Los mendocinos no están exentos de esta patología, que está
ligada a un exceso de trabajo que agota al individuo y puede llevarlo a la
depresión y a crisis de angustia, siempre asociados al exceso de tareas.
Algunos de los síntomas son falta de deseo sexual e insomnio, fatiga, dolores de
cabeza, estado de tensión permanente y comportamientos agresivos, entre otros.
Algunas de las señales que describen los pacientes en las
consultas es que sienten que no dan más, que su cabeza está por explotar, que
el desgano ganó y que el umbral de paciencia se desvaneció casi con la misma
velocidad con que desapareció la motivación.
Aparece sensación de estrés crónico por diferentes
situaciones, ya sea en el trabajo o en su vida personal, que termina por
imposibilitar cualquier capacidad de respuesta y se potencia a fin de año,
refieren los expertos en psicología.
A esta altura del calendario, los pacientes que asisten a
consultas psicológicas comienzan a realizar de manera espontánea una sincera
autocrítica, mientras otros empiezan a consultar a esta altura del año a los
efectos de prepararse para el 2015.
Adriana Guraieb, psicoanalista y miembro de la Asociación
Psicoanalítica Internacional, explicó que cuando llega a diciembre un gran
porcentaje de los argentinos sufren una profunda sensación de agotamiento y
cansancio, es la forma de estrés grave crónico y de origen laboral.
“Al cerrar el año existe un incremento de exigencias, como
apurarse a terminar lo que quedó pendiente quitándole horas al sueño y
exigiéndole al cuerpo una sobreadaptación que puede llegar a desbordarlo,
además de presentar cuadros de intolerancia, saturación, mal humor, fatiga,
falta de concentración y apatía”, describió la profesional.
Las consultas psicológicas a esta altura del año tienen un
planteo frecuente, que está relacionado con tratar de hacer un cambio en la
vida para que no se vuelva a repetir un año tan enajenante como el que se
termina y buscar otra salida laboral o analizar cambios para poder transitar el
año próximo de un modo menos estresante. “Y muchas veces los pacientes
descubren que el origen del burnout está dentro de ellos por una gran
autoexigencia, por eso es importante aprender a no ponerse metas y objetivos
difíciles de alcanzar, para evitar que el sujeto se agote y no pueda disfrutar
de su propio logro”, aconsejó Guraieb.
Juan Eduardo Tesone, médico psiquiatra de la Universidad de
París XII y miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina, aportó
su visión: “El estrés es la reacción en el cuerpo ante un exceso, ya sea de
actividad laboral o el producido por altos niveles de angustia. Se puede
manifestar por vasoconstricción periférica con aumento de la tensión arterial,
palpitaciones y aumento de la frecuencia cardíaca, sensación de alerta, aumento
de la temperatura, aumento de la secreción de ciertas hormonas como el
cortisol, o de ciertas substancias como las catecolaminas, con incidencia
negativa en el sistema cardiovascular. Tienen un efecto nefasto sobre la salud,
tanto a corto como a mediano y largo plazo”.
Y es aquí donde aparece la angustia, una sensación de
opresión en el pecho, es la expresión psíquica de conflictos sin resolver y
puede ser una oportunidad para que el individuo advierta de que algo no
funciona bien en su psiquismo, explicó el médico.
A fin de año esto puede agudizarse porque suele ser tiempo
de balance interior y de una toma de consciencia del desfasaje posible entre
las expectativas personales y lo que se logró. En todo caso el desfasaje se
produce con la consecuente vivencia de insatisfacción y fracaso.
“Quizá no sea conveniente esperar el fin del año para hacer
un balance personal, sino que es preferible hacerlo en el día a día,
percibiendo las posibilidades reales sin crearnos expectativas inalcanzables”,
recomendó Tesone.
¿Qué es?
El término proviene del inglés y alude a quemar o
consumirse. En 1974 el estadounidense Freudenberger detalló por primera vez
esta patología, que alude a una sensación de fracaso y una experiencia
agotadora que resulta por una sobrecarga por exigencias de energía, recursos
personales o fuerza espiritual del trabajador.
Las señales
►Físicas
Tensión muscular a menudo, cefalea persistente, con
frecuencia comenzando en la nuca y extendiéndose hacia adelante sobre la
cabeza, migraña, erupciones cutáneas, sensación de tener un bulto en la
garganta, diplopía y dificultad para enfocar los ojos.
►Emocionales
Cambios de humor excesivos y rápidos, preocupación excesiva
por cosas que no merecen la pena, incapacidad de sentir compasión por otras
personas, interés excesivo por la salud física, sensación de cansancio y falta
de concentración, aumento de la irritabilidad y la angustia.
►Comportamiento
Indecisión y descontento injustificado, aumento del
ausentismo y demora en recuperarse de accidentes y enfermedades, tendencia a
sufrir accidentes, aumento del tabaquismo, consumo de alcohol, dependencia de
drogas: tranquilizantes y somníferos.
Lo más conveniente es suspender la actividad en forma
paulatina
Lo ideal es entrar en forma paulatina al ritmo de descanso
del organismo, ya que hasta encontrar el equilibrio necesita varios días desde
que se suspende la actividad o rutina laboral. También hay que estar atentos
porque a quienes están muy sumergidos en el mundo del trabajo a veces volcarse
en forma repentina al clima familiar puede despertarles conflictos que estaban
tapados, comentó Ricardo Rubinstein, médico y psicoanalista.
El especialista consultado por Diario UNO sugiere acudir a
un profesional de la salud mental cuando el estado de cansancio roza la
depresión o empiezan a surgir conductas adictivas y de irritabilidad, entre
otros síntomas.
Fuente: Diario Uno
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