Florencia Ciliberti, una artista que padece trombofilia,
inaugura una muestra en reclamo de una ley sobre ese mal, un desorden en la
coagulación de la sangre que provoca la pérdida del embarazo. Pocos médicos lo
diagnostican. Prepagas y obras sociales buscan evitar cubrir el análisis para
detectarlo.
En reposo. Así pasó Florencia Ciliberti todo su embarazo. El
tercero y el único que llegó a término. Los dos anteriores los había perdido a
los cinco y a los cuatro meses respectivamente. Dos pérdidas que la llenaron de
angustia y de la sensación de que algo no estaba funcionando bien en su cuerpo,
aunque varios médicos y médicas atribuyeran sus pérdidas sólo a la mala suerte
o a la desgracia. Finalmente dio con una profesional que le diagnosticó
trombofilia, un desorden de la coagulación de la sangre que afecta al 10 por
ciento de la población pero del que poco se conoce. De todo esto trata En
reposo, la instalación que se inaugura hoy en el Centro Cultural Ricardo Rojas.
Florencia Ciliberti es artista. Trabaja fusionando diversos
lenguajes, como pintura, video, fotografía, música y performance. Como música,
se presenta con el alter ego “Hana”. Obtuvo el Premio Gardel como Mejor Album
Pop con su último disco Palabras gastadas. Como respuesta casi natural, desde
su saber y sus pasiones, decidió mostrar su proceso para que haya más difusión
de este desequilibrio que la hizo pasar por momentos muy dolorosos.
El proceso de Ciliberti empezó en 2009, cuando quedó
embarazada por primera vez y perdió el embarazo a los cinco meses y medio.
“Mala suerte”, le dijeron. Pero decidió cambiar de médico.
“Fui a un obstetra superrecomendado. Así y todo, y con todos
mis temores, preguntando ¿seguro que están tomando todos los recaudos? A los
cuatro meses lo vuelvo a perder”, relata. Esta vez la respuesta fue: “Es una
desgracia”. Entonces fue a ver a cinco obstetras diferentes y recién la última
médica, Hilda Rudavega, le dijo: “Por lo que me decís, me juego que tenés
trombofilia”. Efectivamente, el análisis dio positivo.
Como parte de la muestra, el 26 de marzo a las 19 la doctora
Adriana Sarto, especialista en hematología de la reproducción, dará una charla
abierta a la comunidad sobre este trastorno. En diálogo con Página/12, Sarto
define a las trombofilias como “desequilibrios o desórdenes de la coagulación
de la sangre con tendencia a hipercoagulabilidad” que pueden ser hereditarios o
adquiridos. Y explica que afecta al 10 por ciento de la población, ya sean
mujeres o varones. “Cuando una persona tiene trombofilia puede transcurrir su
vida sin saberlo, pero es un factor de riesgo para hacer trombosis o en las
mujeres para tener complicaciones de embarazo, antecedente de aborto temprano
recurrente o muerte fetal de más de 10 semanas intrauterina o antecedente de
complicación vascular placentaria tardía, que incluye el parto prematuro, la
restricción de crecimiento intrauterino y la preeclampsia”.
–¿Cómo se detecta?
–A través de análisis de sangre específico que buscan las
trombofilias adquiridas.
Costos y resistencias
“Lo perverso de esta situación es que, en general, si vos no
perdiste embarazos no te mandan a hacer el estudio. No puedo entender cómo no
te lo hacen como estudio de rutina”, dice la artista. Sarto explica que esto
ocurre en el mundo entero: “Los consensos internacionales sugieren estudiar en
mujeres que tienen dos o tres abortos”. “La angustia de la población en general
es por qué tiene que esperar tanto, o pasar como ha habido, una muerte fetal en
la semana 38. Hay una movida de pacientes para la prevención. Es bueno estudiar
preventivamente pero tiene que ser hecho dentro de un plan de salud pública”,
explica Sarto.
Lo cierto es que por el momento no son estudios de
indicación obligatoria. “Pero está bien la prevención. A mí me han venido
pacientes que perdieron ocho embarazos y nunca las estudiaron”, dice la médica.
–¿Se podría incorporar el análisis para su detección entre
los de rutina?
–Esa es la intención en la población. En los médicos no hay
consenso. Sí serviría estudiar a las mujeres para prevenir y alertar, pero hoy
todavía no se está haciendo.
Así es como las mujeres que padecen este trastorno sin
saberlo deambulan por las obras sociales y prepagas, no sólo para lograr un
diagnóstico sino para que se lo cubran. Se trata de un estudio costoso, que
parte desde los 3000 pesos de forma particular. Las obras sociales lo cubren
cuando hay “antecedentes”, esto quiere decir, más de dos abortos en embarazos
avanzados como los que padeció Ciliberti, por ejemplo. El tratamiento, con una
medicación que se llama heparina, también debe ser cubierto por las obras
sociales, pero siempre hay resistencias y, por supuesto, nuevamente se necesita
el antecedente y el diagnóstico.
La artista dice que, aun teniendo prepaga y contando con la
posibilidad de acceder a médicos reconocidos, el camino fue largo y tortuoso.
Cuando por fin accedió a su tratamiento, se aplicó
inyecciones de heparina diariamente, hasta que su hija nació en febrero de
2014. “Al principio no tenía el coraje de ver las agujas, venía una enfermera a
inyectarme. Hasta que un día lo intenté y después lo seguí haciendo yo. Después
se genera un ritual, tiene el tinte de la ilusión de lograrlo. Y dije ‘algo
tengo que hacer con estas jeringas’. Me parecía muy simbólico el reposo y estas
jeringas”, cuenta en carne viva todavía, con las emociones del cumpleaños de su
hija en la piel.
Fuente: Página 12
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios con contenido inapropiado no serán publicados. Si lo que Usted quiere es realizar una consulta, le pedimos por favor lo haga a través del link de Contacto que aparece en este blog. Muchas gracias