Lo
lograron gracias a un tratamiento de fertilización asistida. Utilizaron un
óvulo donado y el embrión lo gestó una amiga que prestó su vientre.
Papá, papá y un hijo de tan solo 15 días. “Es como
enamorarse de nuevo”, dicen a dúo, embelesados por la ternura del bebé. Le
acarician sus pequeñas manos, se preguntan si debería estar más abrigado y
calculan el tiempo que falta para que tome su próxima mamadera. Están felices
por haber podido formar una familia, por haber cumplido un sueño que creían
imposible. En los últimos cuatro años buscaron y analizaron distintas
alternativas para poder ser padres: adoptar en el país o en el exterior, o
alquilar un vientre en Estados Unidos o en la India. Finalmente eligieron el
camino que consideraron “certero”: el pequeño Juan Pablo fue concebido en el
vientre de una amiga de la pareja que, desinteresadamente, se ofreció para
gestar el embrión que incluyó un óvulo donado.
El nacimiento del hijo de Nacho (34) y Leo (42) es un caso
inédito de maternidad subrogada. ¿Por qué? Porque es el primer caso en el que
dos hombres tienen un hijo gracias a la ovodonación y a una madre sustituta,
todo realizado en el país. Es que si bien hay antecedentes de parejas
homosexuales que fueron padres, esos embarazos se realizaron a través de
vientres alquilados en el exterior, algo que está prohibido en el país.
Hace 8 años que Nacho y Leo están juntos. Las ganas de
crecer, de multiplicarse, de tener trascendencia, “de no llegar a viejos y
estar solos”, como ellos mismos repiten, se hicieron fuertes hace cuatro años.
Se casaron el año pasado, cuando Juan Pablo llevaba cuatro semanas en la panza
sustituta. “Nos casamos embarazados, de apuro”, bromean. Y las risas dejan paso
a la emoción que rápidamente se observa en sus ojos: “Soñamos con ser padres,
algo que nuestras familias y amigos siempre apoyaron”, dicen con alegría y recuerdan
que la gran noticia la dieron en Nochebuena.
El tratamiento se realizó por completo en Halitus, uno de
los principales centros especializados en reproducción asistida de la Capital,
donde aseguran que no paran de recibir consultas de parejas hetero y gay para
someterse a este tipo de procedimientos. “Desde abril de 2013 recibimos 83
consultas, de las cuales 17 corresponden a parejas gay. Se hicieron 10
tratamientos, de esos embarazos uno no prosperó, hubo 6 nacimientos –uno de
esos bebés es Juan Pablo, el único de una pareja de dos hombres– y quedan dos
en curso”, detalla a Clarín, Sergio Pasqualini, director del centro.
“Desconocíamos esta posibilidad de ser padres. Y los tres
(incluida la madre sustituta) pudimos transitarla con mucha seguridad”, cuentan
a Clarín.
Lo hicieron con el apoyo del equipo médico dirigido por la
doctora Florencia Inciarte, la contención psicológica de Patricia Martínez y el
asesoramiento legal de la abogada especialista en derecho internacional de
familia, Fabiana Quaini.
Pero esta historia no termina aquí y seguirá camino en la
Justicia. Es que en principio, en la partida de nacimiento de Juan Pablo figura
como madre la mujer que dio a luz (la legislación argentina considera madre a
la mujer que da a luz). Y como padre, uno de los dos hombres. Ese documento
será impugnado y judicialmente se pedirá que lleve el nombre de los dos papás.
Dicen que se trata de un caso no regulado. “Es necesario
rectificar la partida de nacimiento del niño. Pero estamos ante un caso en el
que falta una regulación expresa que autorice”, explica Quaini.
La cuestión médica tampoco fue fácil. Hubo dos intentos de
transferencia de embriones que fallaron:en enero de 2014 y a los cuatro meses.
Y en ese momento hasta se pensó en cambiar de gestante. Pero la tercera fue la
vencida. “Se transfirieron dos embriones con espermatozoides aportados por los
dos integrantes de la pareja, sin saber cuál es de quién”, apunta Pasqualini.
Nacho y Leo aclaran: “No es importante saberlo, como tampoco queremos saber de
la procedencia del óvulo donado. Queremos ser padres. Nada más”.
Con esa convicción, vivieron el embarazo: estuvieron en los
controles, ecografías, y por supuesto en la sala de parto. “Fue increíble. En
la vida podremos agradecerlo”.
Fuente: Clarín
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