La joven murió ocho años atrás porque en un hospital
provincial no accedieron a su derecho a un aborto no punible. Ahora, el
gobierno santafesino pide disculpas a la familia y anunció que pagará una
indemnización. Ana María tenía 19 años cuando murió.
El gobierno de la provincia de Santa Fe reconoció su
responsabilidad en la muerte de la joven Ana María Acevedo, ocurrida ocho años
y medio atrás en el Hospital Iturraspe, un caso que se convirtió en un emblema
en la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito para el
movimiento de mujeres en el país. Como parte de ese reconocimiento, el martes
el fiscal de Estado, Pablo Saccone, firmó un convenio con los padres de la
adolescente por el cual se acordó pagarle una indemnización a la familia, a
modo de resarcimiento por el accionar de los médicos y las autoridades del
hospital provincial, ubicado en la ciudad de Santa Fe, que se negaron
arbitraria e ilegalmente a realizarle un aborto terapéutico y a brindarle al
mismo tiempo el tratamiento oncológico que estaba indicado para el cáncer que
tenía en la mandíbula, poniendo sus creencias religiosas por delante del
cumplimiento del derecho que tenía a interrumpir ese embarazo. Ana María era muy
pobre, tenía 19 años y tres hijos, hoy de 9, 10 y 12 años, que hoy solo la
recuerdan por fotografías.
Según confirmó Saccone, la resolución es avalada y fue
impulsada por el gobernador Antonio Bonfatti, que en las próximas horas
emitiría un decreto pidiendo disculpas por los sufrimientos infligidos a Ana
María y a su familia. Mientras tanto, avanza muy lentamente la causa penal en
la que están procesados por “incumplimiento de los deberes de funcionario
público” y “lesiones culposas” los profesionales de la salud que interfirieron
en la atención de la joven. La abogada de la Multisectorial de Mujeres de Santa
Fe, Paula Condrac, explicó a Página/12 que la causa judicial está en la Cámara
Penal de Santa Fe. “Estamos esperando que se expida sobre la validez del
requerimiento de elevación a juicio efectuado oportunamente por el fiscal
Gerardo Oscar Alesso. En pocas palabras, los abogados de los médicos pretenden
que sus defendidos no entienden de qué los acusa el fiscal, cuál ha sido su
comportamiento antijurídico, qué delitos les atribuyen y por ello no pueden
ejercer su derecho a defensa en juicio. Esperamos que los integrantes de la
Cámara Penal tengan la misma claridad conceptual y el mismo valor cívico que
tuvieron el juez Eduardo Andrés Pocoví, que los procesó en 2008, y el
gobernador de la provincia”, agregó Condrac, quien representa legalmente a la
familia de Ana María. Es decir, a ocho años y medio de la muerte de la joven,
que tenía 19 años, todavía no se cerró la investigación judicial. “Claramente están
apuntando a que prescriba la causa. Es vergonzoso. Una vez más se la vuelve a
maltratar a Ana María, ahora en la Justicia”, apuntó la abogada.
Los tres hijos de Ana María, junto a su mamá Norma y su papá
Aroldo, participaron el martes del acto que organizó la Multisectorial de
Mujeres frente al Iturraspe para recordar a la joven. “Con esta decisión de
indemnizarla, el Estado provincial está reconociendo posmorten sus derechos
ciudadanos”, señaló Condrac. A la vez, agregó, significa un “fuerte apoyo político
en favor del protocolo de atención de los abortos no punibles. Lamentablemente,
a pesar de su vigencia, todavía hay médicos en la provincia que no lo quieren
cumplir”, advirtió Condrac. En el Iturraspe, una plaza lleva el nombre de la
joven.
Los médicos procesados son el ex director de ese hospital,
Andrés Ellena, y los jefes de los servicios de Oncología y Ginecología, César
Blajman y Raúl Musacchio, respectivamente; por los delitos de lesiones culposas
e incumplimiento de los deberes de funcionario público en concurso real. Con
esta última acusación están también imputados el radioterapeuta Jorge Venanzi y
dos autoridades del Samco de Vera: su titular, Sandra Barbieri, y José Manuel
García, integrante del Consejo de Administración.
La crónica del sufrimiento de Ana María comienza a ser
registrada en mayo de 2006, cuando recurrió al hospital de su localidad, Vera,
porque tenía un fuerte malestar de muelas. Tras cinco meses de atención
odontológica, el 23 de octubre de ese mismo año, fue derivada al Hospital
Cullen, de la ciudad de Santa Fe. Allí le detectaron un cáncer en el maxilar y
le extrajeron una parte del tumor de las partes blandas de su cuello. La
familia siempre sostuvo que no le explicaron la gravedad del cuadro ni que
debía tomar precauciones para no quedar embarazada.
El 23 de noviembre de 2006 fue derivada al Servicio de
Oncología del Hospital Iturraspe, pero ante la sospecha de que podía estar
embarazada no le iniciaron el tratamiento por el cáncer porque la quimioterapia
está contraindicada para la salud del feto. El embarazo se confirmó el 7 de
diciembre. El 22 de febrero de 2007 el Comité de Bioética del Iturraspe se
enteró del caso y lo analizó. La reunión quedó registrada en un documento
escrito. Muestra claramente lo poco que valía la vida de Ana María para los
médicos. “¿En algún momento se pensó en un aborto terapéutico? Por
convicciones, cuestiones religiosas, culturales, en este hospital (y en Santa
Fe) no”, dice el acta de la discusión. También precisa: “En este estadio de la
enfermedad aún se puede hacer quimioterapia y radioterapia como chance para
mejor calidad de vida”, pero “con el embarazo en curso ambas posibilidades
terapéuticas se descartan”. Y más adelante sigue: “La familia, los padres
expresan que no se le está haciendo nada. Y en realidad es así, pues se le está
tratando el dolor pero no se combate la enfermedad”. Con esa negativa, Norma
deambuló por los tribunales para reclamar el aborto terapéutico. La
autorización nunca llegó.
El caso salió a la luz después de que Ana María fuera
sometida a una cesárea, el 26 de abril de 2007. Ya estaba en la Unidad de
Terapia Intensiva “en estado premorten, es decir, con una marcada insuficiencia
respiratoria y falla de órganos”, según explicó el médico Emilio Schinner, en
el expediente clínico. La criatura que dio a luz, de 22 o 23 semanas de
gestación, sobrevivió 24 horas. Ana María murió el 17 de abril.
En un primer momento, el entonces director del Iturraspe,
Andrés Ellena, negó que la madre y el padre de Ana María hubieran pedido un
aborto terapéutico. La mentira quedó en evidencia cuando se conoció la historia
clínica de la joven. Le costó el cargo. Allí dice textualmente: “Se habla con
la familia, padre y madre refieren querer realizar aborto, se habla con el
director en presencia de los mismos y se les explica que no se puede realizar
de ninguna manera. Familia muy agresiva, amenazando que va a recurrir a la
Justicia”, dice el parte, fechado el 22 de marzo de 2007.
Ana María apenas había podido ir a la escuela primaria y trabajaba
como empleada doméstica. A los 16 años había parido al primero de sus tres
hijos. Antes de recibir el diagnóstico de cáncer, su madre –como ella era
menor– había iniciado los trámites para que le hicieran una ligadura tubaria.
“Tenía todos los papeles firmados, pero en el hospital de Vera no se la
quisieron hacer”, recordó la mamá de Ana María. A la muchacha le negaron el
derecho a elegir el método anticonceptivo elegido y también el acceso a un
aborto terapéutico, no punible de acuerdo con el Código Penal. Su historia y su
nombre son un emblema para el movimiento de mujeres argentino.
Fuente: Página 12
Mas que disculpas el Gobierno de la Provincia deberá despedir al Ministro de Salud y al Director del Hospital que fue partícipe de este crimen
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