Un problema que el sistema sanitario no resuelve. Lo reveló una encuesta porteña. Es por las largas esperas,
la exigencia de recetas de psicofármacos sin enfermedad mental y certificados
de ausentismo laboral sin causa. También afecta a otras provincias.
Entran en la guardia del hospital y pretenden que los
atiendan rápido e incluso antes que a otros pacientes. Tienen un familiar grave
y presionan por su curación o si se muere, denuncian mala praxis. Van al
consultorio y exigen certificados para justificar ausencias en el trabajo
aunque no sufren enfermedad alguna, o piden recetas con psicofármacos que no
necesitan. Esas situaciones son algunas de las que gatillan la violencia contra
los médicos, los enfermeros y el resto del personal de los hospitales. Un
problema que se da más en ciudades grandes del país, que afecta más a
profesionales jóvenes y mujeres, pero indirectamente lastima a los demás
pacientes. Los que tienen la misión de cuidar la salud de los demás se sienten
desprotegidos.
En 12 de los hospitales públicos de la ciudad de Buenos
Aires, el 19% de los médicos sufrió empujones o golpes fuertes que obligaron a
tratarse y a estar de licencia, según una encuesta realizada a 729
profesionales por la Asociación de Médicos Municipales. Además, el 74% declaró
que recibió insultos por parte de pacientes y familiares. Los más insultados o
golpeados son los médicos de guardia, los que auxilian en la calle o a
domicilio, y las médicas jóvenes.
“Hasta ahora no lamentamos ninguna víctima, pero el temor es
grande. Porque los médicos nos formamos para curar y cuidar a nuestros
pacientes. En algunos hospitales, hay cámaras de vigilancia, botones
antipánico, entradas blindadas, pero no alcanza. La sociedad no toma conciencia
de que hay pacientes y familiares que agreden a quien lo va a curar. Los
médicos se enfrentan a la paradoja de saber que deben atender a quien lo puede
lastimar”, dijo a Clarín Jorge Gilardi, presidente de la asociación que hizo la
encuesta.
El problema de la violencia contra los médicos es una
preocupación creciente en la Argentina. “El problema es serio. Si bien no hay
un registro nacional, nuestra percepción es que aumentan los insultos y las
agresiones. Algunos pacientes o familiares van con armas de fuego al hospital.
Por temor a represalias, muchas veces los médicos no denuncian”, contó Jorge
Coronel, secretario gremial de la Confederación Médica de la República
Argentina (COMRA).
En algunos casos se producen problemas de insultos y
agresiones por parte de bandas con aerosoles y bombos que ingresan en los
hospitales de Capital Federal, Rosario, Mendoza, y el Conurbano. “Reclaman
atención urgente. A veces hay guardia policial, pero no siempre. Son
situaciones traumáticas para los profesionales, que repercuten en otros
pacientes. Porque hay médicos que renuncian y los cargos no son cubiertos. O
porque los médicos vuelven a la atención, pero se sienten con una amenaza
continua para sus propias vidas”, agregó Coronel. La preocupación hizo que por
primera vez el congreso de la Sociedad Argentina de Cardiología dedicara días
atrás una sesión especial a la violencia contra los médicos.
“Una vez que empieza un hecho de violencia en el hospital,
se hace muy difícil diferenciar al agresor de la víctima. Solemos estar en el
medio de una guardia, con mucha gente y con un ambiente en el que todo es
confusión, de ahí la importancia de adoptar todas las medidas para controlar
los ingresos”, detalló Marcelo Struminger, jefe de la unidad coronaria del
Hospital Santojanni de Capital, uno de los disertantes de la sesión.
En tanto, Cecilia Pozzo, coordinadora de la Mesa por los
hospitales libres de violencia, impulsada por el Ministerio de Salud
bonaerense, expresó que se están realizando acciones para apuntar a las causas
del problema: “En los hospitales bonaerenses, hay más personal de seguridad y
cuidadores hospitalarios, que son personas que dan orientación y acompañan a
los pacientes. También hacemos talleres de capacitación sobre los derechos y
los deberes de los médicos y los pacientes, como una manera de mejorar la
comunicación y reducir la violencia”.
En 2012, la violencia contra los médicos entró en la agenda
de la asamblea anual de la Asociación Médica Mundial: se advirtió el problema
afectaba “la calidad del ambiente de trabajo y tiene un potencial impacto
perjudicial para la calidad de la atención recibida por los pacientes”. Impulsó
que en cada país se hagan protocolos que incluyan una política de tolerancia
cero para la violencia en el hospital, un plan de acción para cuando ocurra
algún episodio, registrar los casos, y asegurar que los empleados que denuncien
no sufran represalias. Según Struminger, “debe haber oficina de informes, libro
de quejas, superiores que escuchen a los pacientes, áreas físicas de espera y
de atención adecuadas, más médicos y técnicos. Si la gente se siente bien
atendida, habrá menos chances de que se pongan violentos”.
Fuente: Clarín
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