Una joven de 20 años sufrió abuso sexual repetido desde que
tenía 5 años y hasta los 15. Diez años de tormento que han dejado su huella.
Hasta el punto de que esa mujer prefirió no seguir viviendo.
El abuso acabó, pero esa experiencia traumática y horrible
hizo que la víctima sufriera múltiples secuelas. Entre ellas, trastorno por
estrés post-traumático, anorexia severa, depresión crónica, alucinaciones y
compulsiones que la mantenían postrada en la cama. La mujer no conseguía
recuperarse de estos graves problemas, pese a llevar años y años de tratamiento
intensivo. Así que ella misma pidió a sus médicos que le practicaran la
eutanasia.
En Holanda el suicidio asistido es legal desde 2002,
produciéndose el año pasado 5.561 muertes por eutanasia. Los especialistas
fueron conscientes de que los problemas de esta mujer eran incurables y dieron
el visto bueno al procedimiento.
Según los médicos, la mujer era totalmente competente y no
había una depresión mayor u otros desórdenes mentales que afectaran a su juicio
a la hora de elegir la muerte. De manera que esta mujer pudo por fin cumplir su
deseo y acabar con años de dolor y sufrimiento derivados del trauma.
Aunque esta historia ocurrió hace un año, es ahora cuando
sale a la luz gracias a una serie de documentos revelados por la Comisión
Estatal para la Eutanasia de Holanda. Su caso supone el primero en el que la
eutanasia se aplica a una persona no por problemas físicos, sino de tipo
psicológico.
El caso de esta mujer, revelado por la Comisión Estatal para
la Eutanasia de Holanda, es el primero que trasciende públicamente en el que la
muerte asistida se aplica a una persona no por problemas físicos, sino de tipo
psicológico.
La noticia ha causado gran controversia y muchas han sido
las voces que se han mostrado en contra de la medida. Las críticas están siendo
siendo especialmente intensas en Gran Bretaña, donde el debate sobre la muerte
asistida tiene al espectro político y a la opinión pública dividida.
“Casi que transmite el mensaje de que si una persona es
víctima de abusos y a causa de ellos desarrolla enfermedades mentales, se la
castiga matándola, que el castigo por el delito de ser víctima es la muerte”,
se quejó Robert Flello, diputado del parlamento británico.
” Lo que esa mujer necesitaba en un momento desesperado de
su joven vida era ayuda y apoyo para superar sus problemas, no la opción de la
eutanasia”, se lamentó la diputada conservadora Fiona Bruce, presidenta del
grupo Pro-Vida del Parlamento británico, al conocer la noticia.
“Es preocupante y aterrador que los profesionales de salud
mental puedan considerar la eutanasia en cualquiera de sus formas como
respuesta a las heridas complejas y profundas del abuso sexual”, declaró al
Daily Mail Nikki Kenward, del grupo en favor de los derechos de los
discapacitados, Distant Voices.
Las autoridades holandesas, sin embargo, difundieron los
detalles del caso convencidas de que puede servir de ejemplo para justificar la
legalidad —y la necesidad de su despenalización en aquellos países donde aún no
se contempla— de la eutanasia, subrayando los altos niveles de supervisión
médica que pesan sobre cualquier decisión de muerte asistida que se ejecuta en
el país.
“La eutanasia se ha convertido lentamente en algo cada vez
más normal y difundido y muchos otros tipos de sufrimiento, sobre todo
existencial, social y psiquiátrico se han convertido en motivo suficiente para
pedir la eutanasia”
La realidad es que, en el país de los tulipanes, poder
decidir sobre la muerte propia es un derecho fundamental. Aunque también hay
quien se arrepiente de haber llegado a esa situación.
“ La eutanasia se ha convertido lentamente en algo cada vez
más normal y difundido (los números han aumentado de 1.800 a 5.500) y muchos
otros tipos de sufrimiento, sobre todo existencial, social y psiquiátrico se
han convertido en motivo suficiente para pedir la eutanasia”, comenta Theo
Boer, miembro durante nueve años de la Comisión de control holandesa para
vigilar la ejecución de la ley sobre muerte asistida, en esta estrevista. “El
solo hecho de ofrecer la eutanasia crea su demanda”, sentencia.
Década y media después de la despenalización de la ayuda a
morir, la pregunta sigue en el aire: ¿un sufrimiento de tipo existencial,
social o psiquiátrico, que no tenga que ver con una enfermedad terminal, debe
ser motivo suficiente para pedir la eutanasia?
Fuente: DPI Cuántico
Es una.muerte cuya responsabilidad es social, ya que los abusos se han consentido o silenciado socialmente durante décadas, y aun hoy las penas siguen siendo demasiado suaves, como si no fuese ub delito que es terrible y que tiene consecuencias a largo plazo. Y ha la de la incapacidad y la falta de herramientas de los terapeutas y de la falta de justicia social. Que acabe así, es mantener el secreto, el silencio y la falta de justicia. Los abusos de pueden y deben trabajar, y el sistema debe amparar a las sobrevivientes y hacer justicia con los causantes. Solo cambiando la sociedad, cambiaran aquellos que se sienten con derecho a abusar de menores y mujeres.
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