Un sondeo encontró que el 40 por ciento no consulta al
médico como primera opción ante un malestar. Cuatro de cada diez habitantes de
la ciudad dicen consumir medicamentos con mucha o bastante frecuencia. Los
jóvenes y los hombres son más refractarios a la consulta.
Una encuesta que buscó indagar sobre los hábitos de salud de
los porteños reveló que el 50 por ciento se automedica y el 40 por ciento no
consulta a un médico como primera opción ante un malestar. Además, el informe
señaló que entre los medicamentos consultados, los más consumidos sin recetas
son las pastillas para el dolor de cabeza, las píldoras para dormir y los
antidepresivos. El mal uso de los medicamentos es la segunda causa de atención
por intoxicación en hospitales.
La encuesta de mil casos, repartidos en distintas zonas de
la Ciudad y con distribución equitativa de sexo, edad y nivel educativo, fue
realizada en la primera semana de diciembre a través del sistema de consulta
telefónica por la consultora Trespuntozero.
Según el estudio, 4 de cada 10 porteños dice consumir
medicamentos con mucha o bastante frecuencia, aunque este grupo se compone en
su mayoría (57,9 por ciento) de mayores de 50 años, que son la población con
menos niveles de automedicación y con mayores niveles de consulta regular a
profesionales. También muestra que el consumo de medicamentos es más habitual
en las mujeres, 45 por ciento de las encuestadas, frente al 34 por ciento de
los varones.
Del set de medicamentos (que se pueden adquirir sin receta)
sobre los que consultó la encuestadora, el 77 por ciento consumió en los
últimos doce meses alguna pastilla para el dolor de cabeza (paracetamol,
aspirina), el 23,6 medicamentos naturales, el 25,6 píldoras para dormir, 22,1 complejos
vitamínicos y el 11,9 por ciento antidepresivos.
Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández y director de
Fundartox, explicó a PáginaI12 que el uso de medicamentos “es la segunda causa
de intoxicación con la que llegan las personas a las guardias de los
hospitales, después de las que ocurren por alcohol” y antes que las ocurridas
por drogas.
El especialista sostuvo que “si bien hay que hacer una
diferenciación entre automedicación y autoprescripción. Una implica la
autoadministración de medicamentos sin receta, como una pastilla para el dolor
de cabeza. La otra es la toma de ansiolíticos o miorelajantes para los que se precisa
una orden médica, y eso es autoprescripción”. De todos modos, el toxicólogo
aseguró que “tenemos problemas con las dos cosas, los argentinos no tienen
conciencia que los medicamentos tienen efectos secundarios y adversos, o
efectos de potenciación si se combinan con otros”.
El profesional remarcó que en el Hospital Fernández se
atienden “mayoritariamente casos de
mujeres, de 25 a 40 años, por consumo de psicofármacos mientras que los varones
son casos de alcohol y drogas”.
En relación al consumo de remedios de venta libre, que
figuran al tope de los autoadministrados en la encuesta, Claudio Ucchino,
director del colegio de Farmacéuticos y Bioquímicos de Capital Federal,
argumentó que “las personas suelen comprarlos sin tener en cuenta los efectos que
pueden producir o los síntomas que pueden enmascarar. Una buscapina puede
encubrir una apendicitis, una cafiaspirina en un hipertenso le puede elevar la
presión arterial”.
Ucchino subrayó que muchos siniestros de tránsito tienen que
ver con la automedicación porque aunque las personas no lo perciban el consumo
“interfiere en el manejo. Un hipertenso que tomó más de un hipertensivo se
marea y puede chocar; a uno que tomó ansiolíticos le disminuyen los reflejos, o
el consumo de un antialérgico que produce sueño. Todos factores que aumentan
los riesgos”, enfatizó.
Julián Libonatti, director de estudios cuantitativos de la
consultora, señaló a este diario que “un hallazgo de la encuesta es la alta
incidencia en lo que denominamos gestión personal de la salud, en oposición a
la gestión profesional, es decir la cantidad de personas que no tienen ningún
vínculo con médicos”.
Cuatro de cada 10 porteños no consultan a un médico como
primera opción ante un malestar y solo 5 de cada 10 visitan a médicos
regularmente para hacerse controles, la mayoría de ellos personas mayores de 50
años de edad, en tanto que 14, 5 por ciento no suele consultar a un
profesional.
Por otro lado, el estudio muestra diferencia en los hábitos
según género, edad y nivel educativo. En este sentido, Libonatti marcó que “por
género y edad, cortan más en cuanto a visita al médico. Las mujeres y los
adultos van por prevención, y los jóvenes y los hombres son más refractarios a
la consulta”. En relación a esto, otro dato que aporta el informe es que las
personas de 30 a 49 años son más reacias a consultar al médico, y una
explicación posible, según Libonatti, es que “puede pensarse que el vínculo con
los profesionales compite con la vida laboral. Se piensa que la salud es una
variable de la vida cotidiana, es una hipótesis”, acotó el consultor.
Otro dato que surge del relevamiento es que el nivel de
educación de las personas segmenta el consumo de algunos de los medicamentos
testeados. Las personas que alcanzaron sólo el ciclo primario de educación
mostraron un consumo más alto de pastillas para dormir y de ansiolíticos que
aquellas con nivel secundario o universitario.
La ingesta de pastillas para dormir fue de 47,5 por ciento
para el nivel primario, contra el 23,7 de aquellos con secundario y 22 de los
universitarios. Por otro lado, el consumo de antidepresivos representó un 23, 6
para el nivel primario frente al 13 y el 8, 6 por ciento de secundarios y
universitarios respectivamente.
Además, las mujeres mostraron un consumo mayor que los
hombres en las pastillas para dormir (30,5 por ciento contra el 19,6), y en los
antidepresivos (14,3 por ciento versus el 9,1).
Finalmente, la encuesta muestra la preferencia de los
consumidores por los medicamentos tradicionales a los naturales o alternativos
(8 de cada 10 personas), y a las farmacias como el lugar para la obtención
(también 8 de cada 10).
No obstante los peligros que puede implicar la
autoadministración de medicamentos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y
diversas médicas, vienen promoviendo el concepto de automedicación responsable,
apuntando a una ciudadanía bien informada y con autonomía.
Fuente: Página 12
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