La prepaga no les cubría la totalidad del tratamiento; el
embarazo fue por fecundación in vitro.
Betiana Desimone tenía un sueño: ser mamá. Un deseo como el de
muchas otras mujeres, pero, en su caso, caro y complicado. Betiana está casada
con Gabriel Domínguez desde hace siete años y conviven hace doce. Después de
muchos exámenes médicos, confirmaron que no podían concebir en forma natural y
que debían realizar un tratamiento de reproducción asistida. Allí comenzaron un
largo proceso para lograr ser padres.
Recorrieron distintos médicos, hospitales, clínicas, obras
sociales y organismos gubernamentales, que en lugar de ayudar, sumaban nuevos
obstáculos para la pareja. Probaron todos los caminos. Querían tener un hijo y
estaban dispuestos a todo para conseguirlo.
Finalmente recurrieron, como último recurso, a la Dirección
Nacional de Defensa del Consumidor, dependiente de la Secretaría de Comercio.
El organismo logró que, tras una audiencia entre las partes, la empresa de
medicina prepaga cubriera el 100 por ciento de los gastos y medicamentos de
todos los tratamientos de fertilización in vitro que el matrimonio decida
realizar. Pasaron siete años desde que comenzaron este camino, hasta que
pudieron tener a Sofía en sus brazos.
El primer reclamo
Es el primer reclamo de este tipo del que tienen registro,
en esta gestión, en Defensa del Consumidor. Fernando Blanco Muiño, director
nacional del organismo, dice que "en promedio, el 76% de los reclamos se
resuelven a favor del consumidor, aunque depende de la jurisdicción".
A Betiana y Gabriel les costó un tiempo definir cuál era el
problema por el cual no podían concebir. Una vez identificada la causa,
supieron que el método que los ayudaría a lograr el embarazo iba a ser una
fecundación in vitro.
Es una técnica de reproducción asistida en la que se busca
formar un embrión en laboratorio, con el óvulo y el espermatozoide, para luego
implantarlo en el útero de la madre. Es un procedimiento definido como de alta
complejidad. A partir de la ley 26.862, sancionada en julio de 2013, el estado
garantizó "el acceso integral a los procedimientos y técnicas
médico-asistenciales de reproducción médicamente asistida" para toda
persona mayor de edad.
Cuando Betiana supo que el Estado cubría este tipo de
intervenciones, se acercó al Hospital de Clínicas. "Pero cuando fui saltó
en su base de datos que yo tenía obra social de empleado de farmacia y me
explicaron que quienes tienen obra social, deben acercarse a las empresas para
realizar el tratamiento", cuenta Betiana, que además aclara que está de
acuerdo con que así sea.
Betiana ya se había contactado con su obra social y la
respuesta la había dejado perpleja: "Me dijeron que me cubrían un
tratamiento, pero con espermas de un banco de espermas". Ellos querían un
hijo de los dos, no un hijo de un donante anónimo, su obra social no iba a ser
la solución.
Decidieron probar con Galeno, que era la empresa de medicina
prepaga de Gabriel. Tampoco fue sencillo. Primero les explicaron que los dos
debían tener la misma obra social para que la empresa cubriera el tratamiento.
Decidieron derivar los aportes de Betiana y ella pasó a ser afiliada de Galeno
también. Luego, tuvieron que pasar diez meses para poder comenzar el
tratamiento.
Cuando lograron la autorización del procedimiento de
fertilización in vitro, les dijeron que la empresa les cubría todo menos la
medicación y debían pagar un 40% de los medicamentos. "Con la ignorancia,
y el deseo de ser padres lo pagamos" cuenta Betiana.
Ella es empleada farmacéutica y Gabriel trabaja en un
comercio. Son de Lanús. "Alquilamos y vivimos al día", dice Betiana
sobre su situación económica. Explica que tuvieron suerte porque ambos
consiguieron un adelanto de aguinaldo y de sueldo en sus respectivos trabajos.
Ese tratamiento, en julio de 2015, fracasó. En octubre,
hicieron un nuevo intento con los embriones que habían quedado fecundados y
congelados del tratamiento anterior. Le implantaron a Betiana los embriones
junto con una nueva ola de ilusiones. Pocos días más tarde, les confirmaron otro
resultado negativo. Más malas noticias, más dinero perdido, pero mayor el deseo
de tener un hijo. En diciembre de ese año, un amigo de la pareja, que trabaja
en una empresa de medicina prepaga, les explicó que la empresa debía hacerse
cargo del costo total del tratamiento, incluso de los medicamentos.
Con mayor conocimiento del tema, en 2016, se contactaron
primero con la Superintendencia de Servicios de Salud, donde no obtuvieron
ningún resultado concreto. Luego, Betiana llamó a Defensa del Consumidor, al
área de Consumo Protegido (Coprec), que es un sistema gratuito de resolución de
conflictos que propone una instancia conciliatoria prejudicial entre los
proveedores y los consumidores.
En ese momento, cambió la suerte y todo comenzó a
encarrilarse. En 48 horas le respondieron su llamado y le asignaron un abogado,
Franco Camilletti. A los 20 días, citaron a las partes a una audiencia y el
conflicto quedó solucionado en esa misma reunión. "Yo recuperé mi plata y
la satisfacción de que un organismo público me haya ayudado", dice
Betiana.
En el documento resultante de la audiencia, Galeno se
comprometió a devolverle en el lapso de 72 horas todos los gastos incurridos
por el tratamiento anterior y a cubrir, de ese día en adelante, todos los
tratamientos de la pareja. LA NACION intentó comunicarse con la empresa pero
dijeron que no harían declaraciones.
En octubre comenzaron un nuevo tratamiento de alta
complejidad y finalmente llegó el resultado positivo. Las buenas noticias
vinieron todas juntas en 2016 para los Domínguez. Betiana disfruta hoy cada
segundo de la vida de Sofía. "Ahora extendí mi licencia hasta diciembre
sin goce de sueldo, la quiero disfrutar todo lo que pueda", asegura.
Pero los planes para extender la familia están latentes y no
se quieren demorar. Actualmente, Galeno se hace cargo de los gastos para cubrir
el mantenimiento en frío de los embriones que la pareja dejó congelados para un
próximo intento. Betiana ya cumplió 40 y esperan poder empezar el próximo
tratamiento el año que viene, cuando Sofía cumpla un año. "Sofía es lo
mejor que tengo, ella es todo, ya va a llegar un hermanito", dice Betiana.
Cifras de Medicina Reproductiva
El Dr. Gustavo Botti, presidente de la Sociedad Argentina de
Medicina reproductiva (Samer), dice que "un 15% de las parejas tienen
problemas para quedar embarazadas en forma natural".
Debe pasar un año de intentar concebir sin éxito, para que
se pueda dar un diagnóstico de infertilidad. El Registro Argentino de
Fertilización Asistida (RAFA) lleva cuenta, desde 2004 hasta 2014, de 62.961
ciclos iniciados de procedimientos de fertilización in vitro.
Fuente: La Nación
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