El gobierno estadounidense bajo el mando del presidente
Donald Trump anunció la creación de una nueva oficina dentro del
Departamento de Salud, que buscará anteponer las creencias religiosas sobre los
derechos civiles de personas trans y de las mujeres al aborto.
El nuevo órgano, que será parte de la Oficina de Derechos
Humanos del departamento, estará encargado de investigar las quejas de
empleados del sector de salud que argumenten que en sus lugares de trabajo
violaron su libertad de profesar una religión, por ejemplo, por obligarlos a
tratar en un hospital a una persona trans o a atender a una mujer que desea
abortar, todos derechos reconocidos por la ley y validados por la Corte
Suprema.
"La oficina se estableció para restaurar la
implementación de las leyes federales que protegen el derecho fundamental e
inalienable de libertad de conciencia y religión", explicó el gobierno en
un comunicado del Departamento de Salud publicado en su página web.
El objetivo será prohibir "la coerción" a los
empleados en temas como el aborto, la esterilización y el suicidio asistido,
entre otros, en instituciones privadas que tengan o no financiamiento público,
informó la agencia de noticias EFE.
El director de la Oficina de Derechos Civiles del
Departamento de Salud Roger Severino apoyó la nueva medida y argumentó que
"nadie debería ser forzado a elegir entre ayudar a una persona enferma y
vivir por sus convicciones morales y religiosas más profundas".
Severino agregó que el objetivo es "ayudar a garantizar
que las víctimas de la discriminación ilegal encuentren justicia".
"Los grandes y pequeños gobiernos trataron con
hostilidad en vez de proteger las objeciones de conciencia. Pero el cambio ha
llegado", sentenció el funcionario.
El rechazo de la oposición y de la sociedad civil no tardó
en hacerse escuchar.
La líder de los demócratas en la comisión de salud del
Senado Patty Murray se declaró "profundamente preocupada" ante la prensa
y acusó al gobierno de usar la Oficina de Derechos Humanos como una
"herramienta" para "restringir el acceso al servicio de salud
para personas que son transgénero y mujeres".
Al mismo tiempo, la principal organización de derechos
civiles del país, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU,
según sus siglas en inglés) también rechazó el anuncio y destacó que "la
libertad religiosa no es una licencia para discriminar".
Agenda conservadora
A casi un año de mandato, la agenda conservadora de Trump ha
sido constante.
Apenas cinco días después de su asunción, Trump prohibió a
través de un decreto el uso de fondos público para subvencionar a
organizaciones y agencias internacionales que practiquen o asesoren sobre
aborto en el extranjero, una política republicana que data de la década de 1980
y que su predecesor Barack Obama había cancelado en 2009.
Esa primera decisión de Trump marcó el inicio de un
cuestionamiento constante a una de las mayores victorias del movimiento
feminista: el 22 de enero de 1973 la Corte Suprema legalizó el aborto sin
condiciones durante el primer trimestre en el histórico fallo Roe vs. Wade.
El flamante gobierno republicano logró este año nombrar a un
juez de la Corte Suprema, un magistrado con antecedentes ultraconservadores,
que ya comenzó a inclinar la balanza del tribunal a favor de la Casa Blanca en
temas claves como inmigración.
El 22 de febrero de 2017, a solo dos meses de asumir, el
mandatario volvió a arremeter contra las políticas sociales de Obama y anuló
una norma que permitía que los estudiantes trans de las escuelas públicas de
todo el país puedan elegir el baño y el vestuario de su preferencia, según el
género con el que se identifiquen.
La medida no sorprendió a la comunidad LGBTQ.
En 2015, cuando el actual vicepresidente de Trump, Mike
Pence, era gobernador del estado Indiana, firmó una ley para contrarrestar la
legalización del matrimonio igualitario a nivel federal.
Con el mismo argumento que hoy presentó el gobierno de
Trump, Pence sostuvo que los dueños de restaurantes, floristas, cocineros o
fotógrafos de Indiana podían negarse a brindar sus servicios a clientes
homosexuales y que serían defendidos por el Estado si eran acusados de
discriminación.
En los primeros días como vicepresidente, Pence participó en
una marcha nacional de organizaciones antiabortistas.
"Hoy, después de tres generaciones, gracias a todos
ustedes y miles que están con nosotros en marchas en todo el país, la vida
volvió a ganar en Estados Unidos", celebró un exultante Pence.
La otra cara de Estados Unidos se verá el fin de semana
cuando mujeres de todo el territorio salgan a las calles de las principales
ciudades del país, como lo hicieron al día siguiente de la asunción de Trump,
en una de las mayores protestas feministas de la historia de la nación.
Fuente: Agencia Télam
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