En la actualidad son conocidos los efectos que producen los
rayos ultravioletas (UV) sobre nuestra piel, por lo que tenemos que tener
cuidado a no exponernos entre las 10 y las 16, además de usar siempre
protección solar. Pero lo que pocos toman en cuenta es que la radiación es
también dañina para los ojos y que, de no protegerlos, aumenta el riesgo de
cataratas y otras condiciones visuales. La Cámara Argentina de Industrias
Ópticas y Afines (CADIOA) advirtió que en la actualidad el país no cuenta con
controles previos a la comercialización de los anteojos de sol que comprueben
si realmente poseen filtros para los rayos UV y que, incluirlos “depende de la
buena voluntad del fabricante”. Pero el panorama podría cambiar, ya que una
iniciativa para que los lentes oscuros sean considerados como productos de
salud y fiscalizados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos
y Tecnología Médica (ANMAT), ya está bajo consulta pública y podría esperarse
una resolución para este 22 de julio.
“Usar anteojos de sol que tengan una protección de 400
contra los rayos UV es equivalente a llevar protector solar para la piel filtro
50”, indicó Norberto Fermani, presidente de la CADIOA. ¿Pero qué pasaría si una
pantalla que promete proteger en realidad no lo hace? Esta situación es
susceptible de suceder con los anteojos oscuros.
“En la Argentina no existen controles previos a la
comercialización de los anteojos de sol. Por tanto es imposible saber a priori
si protegen contra los rayos UV, o si son simplemente vidrio pintado.
Llevarlos, en esos casos, agrava la situación y los riesgos de contraer
enfermedades de la visión, ya que lo que realmente daña al ojo no es la luz
visible sino los efectos no visibles. Es entonces que con una lente oscura sin
protección, se agranda la pupila y el ojo se expone aún más a los rayos UV”,
alertó.
La situación actual sobre el riesgo sanitario es aún más
difícil de detectar si se toma en cuenta que, según cálculos de la CADIOA, “se
venden anualmente 5 millones de anteojos truchos, provenientes del contrabando,
que se consiguen al por mayor a un precio promedio de $ 30 y se comercializan en la calle a precios
que rondan desde los $ 100 a los $ 200”. Incluso desde la CADIOA agregaron que sólo durante
las vacaciones en la Costa Atlántica se comercializan en la playa cerca de 2
millones de lentes oscuras, “que vienen de países como China con etiquetas que dicen proteger con rayos UV y que pueden
realizarse con una simple impresora”.
Según especificaron desde CADIOA, la diferencia en los
costos de producción de lentes que realmente protejan contra los rayos UV
varían, aunque no inciden en el precio final del producto en mostrador. En concreto, si un
vidrio pintado cuesta 3 centavos de dólar, uno con filtros UV ronda los 60
centavos.
Argentina, en camino a más controles
A nivel mundial, existen diferentes marcos regulatorios para
que un anteojo de sol pueda ser comercializado. Los más altos requerimientos de
calidad los exigen países como Japón, Australia y Nueva Zelanda, en los que no
sólo exigen filtros UV, sino también evalúan la calidad de los plásticos y la
dispersión lumínica, entre otras cuestiones. En segundo lugar se encuentra el
mercado europeo y estadounidense, en donde para la fabricación se toman en
cuenta las Normas ISO, con controles internos estrictos. En tercer lugar están
los requerimientos de países como Uruguay, en donde como paso previo a la
comercialización, deben contar con el aval del Ministerio de Salud Pública,
motivo por el cual no se ven que se comercialicen lentes oscuros en la vía
pública.
Argentina aún carece de un marco regulatorio, motivo por el
cual durante 2017 CADIOA inició trabajos
con la ANMAT y otros organismos del sector óptico para el
establecimiento de normas técnicas que permitan verificar la trazabilidad (es
decir, la serie de procedimientos que permitan seguir la evolución de un
producto en cada una de sus etapas) y los materiales que componen los anteojos,
ya que hasta hoy no hay controles que verifiquen la condición mínima de
protección contra los rayos UV.
“Hoy incluso un par de anteojos vendido en un comercio y a
un precio considerable, podría no proteger, pero estos productos son legales a
falta de controles. Es por ese motivo que queremos aproximarnos a los modelos
de normas adoptados por otros países para, de esa forma, proteger tanto la
industria como la salud visual de la población”, indicó Fermani.
Con el nuevo decreto sometido a consulta pública se considera que la ANMAT es el organismo
competente “en la fiscalización de actividades de importación, exportación y
producción” y se requerirá para la solicitud de inscripción de anteojos datos
del fabricante y la importadora, datos del producto y en qué categoría están
0-4 y datos del director técnico, entre otros.
Particularidades de un anteojo
Los anteojos recetados para corregir defectos visuales son,
una vez terminados, considerados como un producto de salud. ¿Pero qué es hoy lo
que se considera como un simple producto comercial? En la actualidad, los
armazones y las lentes mismas son considerados meramente comerciales, pero una
vez que se adaptan a las necesidades de cada paciente, no.
En tal sentido, se buscan con las nuevas normas considerar a
los anteojos de sol productos sanitarios, ya que no sólo filtran los rayos UV,
sino que también se dividen en categorías de 0 a 4 de acuerdo a la oscuridad
del lente para otorgar protección a medida de la necesidad de cada persona.
Fuente: DocSalud
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