"He decidido compactar más mi equipo, para así poder
dar una respuesta más focalizada en la agenda que se viene", informó el
Presidente de la Nación, Mauricio Macri, el pasado lunes 3 de septiembre en su
mensaje desde la Casa Rosada. Y horas más tarde supimos que, en esa
focalización en la agenda que se viene, el Ministerio de Salud perdía su rango
y pasaba a ser una secretaría de gobierno dependiente del ahora Ministerio de
Salud y Desarrollo Social de la Nación. La forma en la que el Poder Ejecutivo
organiza su trabajo opera tanto en el plano simbólico como real. Creo que la
discusión de fondo es entre entender la salud como un paquete de prestaciones o
una canasta de servicios, o entenderla como un derecho universal, integral y
gratuito del que el Estado es garante.
En esta semana hemos pasado de los trascendidos a los
discursos, de los discursos a los decretos, de los decretos a las
interpretaciones y de las interpretaciones a las promesas a una velocidad que
muchas veces nos hace correr el riesgo de quedar dándole trompadas al aire.
Los decretos que crean la nueva estructura no terminan de
esclarecer los motivos del cambio de organigrama, dado que esta nueva
Secretaría de Salud mantiene las funciones del ex-Ministerio de Salud y el
ahora secretario Rubinstein mantiene su firma sobre compras y disposiciones sin
necesidad de ser refrendadas por la ministra Carolina Stanley. Cierto es
también que el decreto crea este cargo por 60 días, con posibilidad de
extenderlo por disposición de la Jefatura de Gabinete. Asimismo, distintos
funcionarios han transmitido informalmente a organizaciones de la sociedad
civil y sociedades científicas que el presupuesto 2019 no sufrirá recortes en
los programas prioritarios (VIH, inmunizaciones, maternidad e infancia, salud
sexual). Pero, entonces, ¿si la nueva secretaría mantiene las funciones y la
autonomía del ex-Ministerio de Salud y la búsqueda del déficit cero no viene
por los programas sanitarios (a pesar de que muchos insumos y medicamentos
tienen un componente de su costo en dólares), qué se busca con el cambio en el
organigrama? Solamente en la nueva papelería que va a tener que imprimir el
nuevo Ministerio de Salud y Desarrollo Social se gastarán miles de pesos
innecesariamente.
La comunicación de las medidas (o la falta de ella) no hizo
más que aumentar la incertidumbre que la pérdida de jerarquía de Salud en el
organigrama estatal abre acerca de la pérdida de autonomía en el manejo
presupuestario y la continuidad de los programas sanitarios. En este sentido,
la renuncia del doctor Sergio Maulen a la Dirección de Sida, ETS, Hepatitis
Virales, Tuberculosis y Lepra del Ministerio de Salud de la Nación a raíz de
presuntos recortes a realizar para el presupuesto 2019 (finalmente, y luego de
la presión ejercida, aparentemente resueltos) genera un primer motivo de
incertidumbre en uno de los programas fundamentales de la cartera.
Una de las razones esgrimidas por el Ejecutivo es buscar una
mejor coordinación entre los distintos organismos a cargo de las áreas en
cuestión. No obstante, si entendemos que los cambios o las nuevas políticas
deberían producir impactos consistentes con la intencionalidad que los guiaron,
con consecuencias agregadas coherentes y minimizando las posibilidades de
neutralización mutua o de creación de nuevos problemas, no parece haberse
logrado el objetivo. La movilización de la enorme mayoría de instituciones,
sociedades y organizaciones de pacientes vinculados a la salud, así como el
desgaste que indefectiblemente genera en funcionarios y trabajadores de la
salud la incertidumbre que comenzó el fin de semana, parece traer más costos
que beneficios.
Más aún, dos de las mejores, a mi juicio, políticas
vinculadas a la salud por parte del actual Gobierno pudieron encontrar esa
coherencia y coordinación sin necesidad de subsumir estructuras. La primera es
la compra conjunta de Factor VIII, medicamento para tratar la hemofilia, que
generó el Poder Ejecutivo entre el Ministerio de Salud, el Programa Incluir
Salud, el PAMI, IOMA y la Superintendencia de Servicios de Salud (a quien, a su
vez, delegaron la compra las obras sociales nacionales) y le generó al sistema en
su conjunto un ahorro promedio del 80 por ciento.
La otra experiencia, más en ciernes pero no menos
interesante, es el Plan de Prevención del Embarazo No Intencional en el
Adolescencia (Plan ENIA), que con ese objetivo reúne a los Ministerios de
Desarrollo Social, Salud y Educación, bajo la coordinación de la Secretaría de
Niñez, Adolescencia y Familia del ministerio conducido por Carolina Stanley.
Allí, dicha secretaría, junto a la Dirección de Salud Sexual del ex-Ministerio
de Salud y al Programa de Educación Sexual Integral del Ministerio de
Educación, trabajan articuladamente para disminuir los embarazos no
intencionales en la adolescencia en 12 provincias de nuestro país (incluyendo
PBA y las provincias del norte). Nuevamente, no hizo falta crear nuevas
estructuras ni degradar las existentes para avanzar coordinadamente en una
temática tan importante para la salud adolescente.
En estos días hemos intentado encontrar las respuestas a los
interrogantes arriba mencionados sin alarmar innecesariamente a quienes reciben
prestaciones del ex-Ministerio de Salud: ¿están garantizadas la compra y la
distribución de los insumos?, ¿contemplará el presupuesto 2019 los cambios en
el tipo de cambio, la inflación y las nuevas metas de déficit fiscal?, ¿se
sostendrá la función rectora del Ministerio de Salud de la Nación para no
profundizar la inequidad en el acceso entre provincias y entre coberturas?,
¿podrá el secretario de Gobierno de Salud planificar nuevas políticas públicas
en pos de mejorar la calidad del sistema de salud sin estar en la mesa chica de
decisiones del gobierno?, ¿es necesaria la integración de estructuras como
primera respuesta a la buscada coordinación de políticas sociales?
Una comunicación más asertiva por parte de los funcionarios
del Poder Ejecutivo acerca del por qué de la creación de este Ministerio de
Salud y Desarrollo Social, los planes para el día 61 para la nueva Secretaría
de Gobierno de Salud y el compromiso de garantizar el presupuesto para 2019
para los programas prioritarios serviría para llevar tranquilidad. Aun así
quedará pendiente re-priorizar las políticas de salud en "la agenda que se
viene".
Fuente: Infobae - Por Leandro Cahn (Director Ejecutivo de Fundación Huésped)
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