La red de 34 laboratorios que funciona en más de una decena
de provincias elabora fármacos y vacunas sin costo; cada vez atrae más la
atención de los principales compradores del sector.
A 3000 kilómetros del centro porteño, la primera producción
local de 1.8 millones de comprimidos de un antiviral para tratar el VIH está
lista para salir de una planta estatal de Tierra del Fuego. Cinco camiones
refrigerados recorren todo el año las rutas hasta Córdoba para transportar
plasma sanguíneo y obtener hemoderivados en otro de los 34 laboratorios
públicos del país. Cada año, ahí se elaboran sin costo para los usuarios 350
millones de unidades de fármacos, sueros y vacunas para hospitales y centros de
salud. Y esta red está atrayendo cada vez más atención.
Entre los principales compradores del sistema sanitario, se
encuentran el PAMI, el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación,
los ministerios de Salud provinciales, la obra social bonaerense IOMA y otros
proveedores de servicios médicos similares de todo el país.
Los productos que se elaboran en esta red de laboratorios
públicos muchas veces son los que la industria discontinua, como los fármacos
para la tuberculosis, los antídotos para venenos o la vacuna contra la rabia
humana, o que el sector privado los cotiza a muy alto costo, como las terapias
destinadas al alivio del dolor en los pacientes con cáncer, según explican a LA
NACION los responsables desde algunas de las organizaciones consultadas.
Los "dueños" de estas instituciones sin fines de
lucro o sociedades del Estado son las provincias, los municipios, las
universidades o las Fuerzas Armadas. Para esta red, el medicamento es un bien
social. En la coordinación de la producción los asiste la Administración
Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap). "La población no los paga de su
bolsillo", amplían ante la consulta.
El Laboratorio de Hemoderivados Presidente Illia de la
Universidad Nacional de Córdoba creció desde 1964 hasta procesar anualmente 170
toneladas de plasma sanguíneo de cuatro países sin transferencias bancadas ni
cheques. Este año, la demanda creció un 15% por sobre lo proyectado.
"Aunque estemos en el siglo XXI, esto es un trueque. No
hay un solo peso de por medio", cuenta Pascual Fidelio, director ejecutivo
de Hemoderivados. "Recibimos el plasma de centros de la Argentina,
Uruguay, Paraguay y Chile, y les devolvemos los productos equivalentes que
necesitan. Es un sistema de intercambio que es único en el mundo, donde
funcionan unas 8o plantas que producen hemoderivados. Solo 20 tienen control o
manejo estatal. Pero la nuestra es la única universitaria", indica.
Con tres líneas de elaboración de cuatro millones de
unidades (derivados de plasma humano, genéricos inyectables de pequeño volumen
y derivados de tejido humano), el laboratorio es autosustentable: los ingresos
para los sueldos de los 305 empleados, el mantenimiento de las plantas y el
sistema de transporte de los productos, y la ampliación de la institución
proviene de la participación en licitaciones o compras directas de los fármacos
o insumos producidos con el remanente de cada intercambio con los bancos de
sangre.
Su modelo de trabajo inspira al Laboratorio del Fin del
Mundo, de la provincia de Tierra del Fuego, que es el más "joven" de
la red: se creó por ley el año pasado y está habilitado por la Anmat.
Por un convenio de transferencia de tecnología con la
farmacéutica Bristol-Myers Squibb, desde Ushuaia hablan con orgullo de su
primera producción el mes pasado: 1,8 millones de comprimidos del
antirretroviral atazanavir 300 mg para los beneficiarios del Programa Nacional
de HIY/sida. Faltan las firmas que autoricen el traslado a Buenos Aires de los
60.000 frascos de Suravir, el "antirretroviral del sur".
Pasamos todas las evaluaciones para asegurar que a los
usuarios les llegara un producto en idénticas condiciones del que venía de los
Estados Unidos", dice su presidente, Carlos López. "En los próximos
12-18 meses vamos a pasar a otra etapa productiva y, luego, a producción
completa desde el componente activo hasta el comprimido, además de nuevos
desarrollos que ya tenemos en agenda".
Sus 25 empleados son ingenieros químicos, farmacéuticos y
contadores fueguinos, de entre 27 y 32 años. El compromiso asumido habla de una
provisión de 6 millones de píldoras, unos 16.000 tratamientos antirretrovirales
anuales. "El Estado visualiza que la producción de medicamentos por
laboratorios públicos es estratégica: da un cierto grado de independencia en la
producción, el acceso y la investigación", agrega López.
Habilitados
También hay integrantes de esta red en Buenos Aires, Chaco,
Río Negro, La Pampa, Salta y Misiones, entre otras provincias. Son siete los
laboratorios habilitados por la Anmat, comparado con cuatro hace dos años;
cumplen los mismos estándares de seguridad que la industria privada.
En el Laboratorio del Fin del Mundo, por ejemplo, proyectan
calificar con normas de la autoridad regulatoria de los Estados Unidos en los
próximos dos años, mientras que la Productora Farmacéutica Rionegrina Sociedad
del Estado (Profarse) aspira a proveerle sus productos a la Organización
Panamericana de la Salud (OPS).
“Los productos son seguros y eficaces. Es poder abastecer el
consumo de las provincias con los productos que necesitan”, comenta Marne
Livigni, gerente general de Profarse, donde el 72% de los 32 empleados son
profesionales.
Además de otros 25 medicamentos, incluidas combinaciones y
dosis de uso pediátrico, el laboratorio rionegrino está desarrollando
nifurtimox para el Chagas. En esta línea. Laboratorios Chaqueños, en
Resistencia, está trabajando con una empresa privada en un kit diagnóstico de
Chagas neonatal. "El laboratorio público tiene una veta social que le
permite ocuparse de las enfermedades desatendidas o medicamentos huérfanos que
no son rentables para la industria", afirma Livigni.
Fuera del circuito comercial
Ocho de cada 10 unidades que se producen en la red son
comprimidos. El resto son inyectables, semisólidos, hemoderivados, biológicos,
sueros, aerosoles o cremas. "No es nuestro mercado las farmacias",
insiste Guillermo Cleti, miembro del directorio del Laboratorio Industrial
Farmacéutico (LIF), una sociedad estatal santafesina. "Todos los productos
están probados, son conocidos y poseen un exhaustivo control de calidad",
añade.
Desde Santa Fe. la planta abastece la demanda de los
pacientes en más de 7900 centros de salud y hospitales del país a alrededor de
un 30% menos del precio más bajo en el mercado para las mismas drogas. Con
capacidad de elaborar 120 millones de unidades por año de unos 36 productos en
comprimidos, líquidos o cremas, proveen al sistema público desde
antihipertensivos, analgésicos, antiinflamatorios y antibióticos hasta opioides
para el alivio del dolor en pacientes oncológicos.
También gestionan las compras del Ministerio de Salud
provincial. Desde 2008, sus productos llegan a otras provincias, una expansión
con intermitencias más asociadas con la política que con la voluntad de mejorar
el acceso a las medicinas. Dos de sus clientes son el Ministerio de Salud de la
provincia de Buenos Aires y el Instituto Nacional del Cáncer para adquirir
analgésicos para el alivio del dolor, entre un tercio y la mitad menos de lo
que cotiza el sector privado en las licitaciones.
"La producción pública tiene que tener tres criterios
de producción: la epidemiológica, para elaborar lo que más se consume en el
sistema de salud; la sanitaria, para hacer lo que no hace nadie y garantizar el
acceso, y el económico, porque el presupuesto es finito. No debe ser
competencia de la privada", detalla Duilio Fragnani, director del Instituto
Biológico de la provincia de Buenos Aires, que depende de la cartera sanitaria
provincial.
Lo que se elabora en sus tres plantas benefician a unos
cuatro millones de bonaerenses sin cobertura, además de usuarios de otras
provincias. Este año producirán más de 50 millones de unidades de distintos
productos, incluida la vacuna BCG para pacientes con cáncer de vejiga, un
millón de dosis de vacuna antirrábica animal y más de 100.000 dosis de uso
humano, que esperan duplicar. Salta también producirá la vacuna antirrábica.
Fragnani anticipó: "Un producto que estamos
desarrollando y cuesta S800 en el mercado tendrá un costo de S50, una
diferencia enorme. En la metformina para la diabetes no es tan grande, pero en
salud pública, Si menos en 40 millones de dosis son S40.000.000 para cubrir los
medicamentos de alto costo".
El cannabis también atrajo la atención de los profesionales
del LIF, que complementa su cartera de productos con el Laboratorio de
Especialidades Medicinales (LEM) de Rosario, donde se proyecta desarrollar
formulaciones pediátricas y para adultos mayores que faltan en el país de un
centenar de medicamentos.
Otras iniciativas incluyen la producción local a mitad de
precio de la solución Wisconsin para el transporte de órganos para trasplantes
o la vacuna contra la fiebre amarilla en laboratorios de la Administración
Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) Dr. Carlos Malbrán, a
través de un convenio de transferencia de la tecnología de la Fundación Oswaldo
Cruz (Fiocruz) de Brasil.
La Anlap ya firmó tres convenios con los principales
clientes del sistema sanitario local. Uno rige desde julio del año pasado para
proveerle medicamentos esenciales (antibióticos, analgésicos,
antihipertensivos. entre otros) a la CUS Medicamentos y los programas
nacionales para pacientes con VTH-sida y tuberculosis.
Otro, de septiembre pasado, es para suministrarles terapias
a los cuatro hospitales del PAMI (César Milstein. de la ciudad de Buenos Aires:
Bernardo Houssay, de Mar del Plata, y dos de Rosario). Y el más reciente es del
mes pasado con el Consejo de Obras y Servicios Sociales Provinciales de la
República Argentina (Cosspra), que agrupa a las 24 obras sociales provinciales.
"Hay mucho interés en las provincias para trabajar con
la producción pública y se consultan entre sí modalidades de convenio de
suministro. Y ya hay laboratorios privados interesados en transferir tecnología
para la producción pública de medicamentos", dice Adolfo Sánchez de León,
que preside la Anlap desde hace dos años.
Diversificación
Para maximizar el conocimiento y los recursos de cada
laboratorio, la agencia organiza de común acuerdo la producción a encarar para
evitar superposiciones. Se está avanzando, por ejemplo, en que haya plantas que
se especialicen en oncología, terapias hormonales o tratamientos en falta o
huérfanos. La Anlap destina unos S78.000.000 para financiar unos 20 proyectos.
Si existe alguna competencia, sería con los laboratorios
privados nacionales que producen genéricos de uso hospitalario. Pero la idea es
concentrarse en los medicamentos huérfanos o discontinuados, que no son
rentables para la industria. "En la producción pública no hay un precio,
sino un costo mínimo y el precio es según los volúmenes, los fletes, entre
otros costos considerados", explica Sánchez de León.
Varios aún serían los desafíos. "Primero -opina
Fidelio- es seguir mejorando la calidad, las instalaciones, la eficacia
terapéutica, además de innovar y desarrollar, pero sin el error de sobreforzar
el sistema para satisfacer la demanda. Lo otro es mantener una relación
armoniosa con el Estado: cuando hay crisis y devaluaciones los presupuestos son
aún más exiguos, las necesidades crecen y se recurre a los laboratorios
públicos porque suelen ser más económicos. Por esto, la relación que está empezando
debería incluir una planificación estratégica en el tiempo".
Tres fortalezas del sector
Ante la consulta de LA NACION, desde los laboratorios de la
red con mayor capacidad instalada coinciden en, por lo menos, tres fortalezas
de este proceso de revitalización de una demanda que la crisis económica
terminó de impulsar: la unanimidad al hablar de una solución para el suministro
sanitario estratégico; la adquisición de un bien social como son los
medicamentos de acuerdo con los problemas de salud a tratar y sin la altísima
rentabilidad del sector privado -una terapia para alivio del dolor en los
pacientes oncológicos que se comercializa a más de S3000 se puede producir en
el Instituto Biológico de la Provincia de Buenos Aires con un valor 100 veces
más bajo-, además del fortalecimiento del poder de negociación del estado en
las negociaciones de contratos con la industria farmacéutica para disminuir los
costos actuales.
Fuente: La Nación
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios con contenido inapropiado no serán publicados. Si lo que Usted quiere es realizar una consulta, le pedimos por favor lo haga a través del link de Contacto que aparece en este blog. Muchas gracias