El último Estudio de Consumo de Sustancias Psicoactivas
realizado por la Sedronar reveló que en el país casi tres millones de personas
consumen psicofármacos con o sin prescripción médica.
El médico toxicólogo Carlos Damin explicó por qué son la
puerta de entrada a otro tipo de sustancias y analizó las causas por las que
las mujeres encabezan su consumo
“Estoy un poco depre”, “me tomé esto que me dio una amiga
porque no podía dormir”, “tuve una semana fatal en el trabajo, si no tomaba
algo para bajar la ansiedad me moría”. Las frases son ficticias. No las dijo
nadie. Y a la vez podría haberlas dicho cualquiera.
Es que la Argentina es uno de los países con mayor consumo
de psicofármacos en el mundo.
Según reveló el último Estudio de Consumo de Sustancias Psicoactivas
realizado por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación
Argentina (Sedronar) entre 2016 y 2017, el 15% de la población de entre 12 y 65
años consume psicofármacos con o sin prescripción médica. Esto es, casi tres
millones de argentinos. Y la proporción fue mayor en las mujeres (17,6%) que en
los varones (12,8%).
De entre los datos que destaca el informe del Observatorio
de Drogas, se desprende, además, que un tercio de las mujeres argentinas toma
algún tipo de psicofármaco y que el consumo de Clonazepam alcanza el 55,6%, lo
que lo convierte en el “más elegido”. Asimismo, en el país se venden más de un
millón de comprimidos de psicofármacos por día. Y entre quienes refirieron
haber consumido estimulantes o tranquilizantes alguna vez en la vida, los
fármacos referidos en mayor medida fueron los antidepresivos inhibidores
selectivos de la recaptación de serotonina.
Hasta ahí, datos duros. Sin embargo, para el médico
toxicólogo Carlos Damin, esos datos “señalan que algo hay que hacer” y son
indicadores de que “los psicofármacos son la puerta de entrada y facilitan el consumo
de otras sustancias”.
¿La causa? “Si los jóvenes ven que sus padres se automedican
y que en sus casas se consumen pastillas para dormir, se fuma, se toma alcohol,
¿por qué no podrían ellos tomar otras cosas?”, reflexionó el jefe de
Toxicología del Hospital Fernández y presidente de Fundartox, en diálogo con
Infobae.
“Dentro de los psicofármacos que no se prescriben, el de más
alto consumo es Clonazepam, seguido por el Alprazolam (30,2%) y es lo que
nosotros llamamos ‘auto prescriscripcion'”, detalló Damin, quien remarcó que la
manera en que esas sustancias son adquiridas es de mano de conocidos,
familiares o amigos.
Consultado sobre por qué cree que las mujeres son las que
más consumen este tipo de medicamentos, el especialista diferenció que “los
varones consumen más alcohol, sustancias como marihuana, mientras que las
mujeres más psicofármacos”.
Y si bien los hombres son quienes encabezan la lista de los
“nuevos consumidores”, Damin consideró que -en general- el consumo de estos
remedios “está socialmente más aceptado, menos discutido”.
Por otra parte, Damin enfatizó que en la Argentina se cambió
la manera de nombrar las cosas. “Nadie dice estar triste -aseguró-. Más vale se
refiere estar ‘medio depre’ y allí se relativiza a la depresión, que es una
enfermedad psiquiátrica que requiere medicación y que puede terminar con la
muerte de quien la padece”.
“En nuestro país estar triste no es cool y eso hizo aumentar
el consumo de antidepresivos como si fueran sonrisas en comprimidos, perdiendo
de vista que se trata de sustancias químicas que alteran las conexiones
nerviosas del cerebro”, consideró el especialista, para quien “la gente debería
tener miedo de consumir estas cosas; lo normal sería que un ser humano no
quiera que se lo medique”.
En ese sentido, remarcó que “no existe medicamento inocuo”.
“Todos tienen efectos adversos y secundarios y cuando un psicofármaco tiene un
efecto adverso lo tiene en el sistema nervioso de quien lo toma; la gente
debería ser muy cuidadosa”, insistió.
Y tras asegurar que “los medicamentos bajo prescripción
médica son buenos” y que “tomarlos de manera inútil e irresponsable genera
consecuencias”, Damin aclaró que “todos los psicofármacos generan dependencia”.
“Ningún medicamento de este tipo, salvo que exista indicación médica, debería
tomarse por más de tres meses porque tienen efectos nocivos demostrados; hay
evidencia médica publicada en este sentido”, subrayó.
Educar, educar y educar. Esa es, según el especialista, la
única manera de revertir esta preocupante tendencia. “La única manera es
generando publicidades y educando a la población en hábitos saludables. La
gente debe tener a la salud como un bien a cuidar mucho”, finalizó.
Fuente: Infobae
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