Es la psicóloga Dévora Kestel que, con más de 25 años de
experiencia internacional, dirige esa oficina en Ginebra.
Una de cada cuatro personas -un cuarto de la población
mundial- convive con algún problema de salud mental. Eso es lo primero que
señala la psicóloga argentina Dévora Kestel como directora del Departamento de
Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud
(OMS). Con más de 25 años de experiencia internacional en el diseño de
políticas sanitarias en su especialidad, no duda en afirmar: "No hay salud
sin salud mental".
Ahora, con la posibilidad de delinear estrategias de
prevención e intervención para los 196 estados miembros de la organización,
Kestel se propone desde su oficina en Ginebra incentivar la formación
profesional, mejorar la calidad estadística y derribar el estigma asociado con
los problemas de salud mental y el abuso de sustancias, entre varias otras
prioridades que repasó en diálogo con LA NACION. Es la primera mujer que accede
a ese cargo.
"La salud mental no es considerado un problema de
salud, como la hipertensión o la diabetes. En las redes sociales, que son
medios de uso masivo, se reenvían mensajes o frases que relativizan problemas
tan comunes en esta época como la depresión o la ansiedad. Se alimenta continuamente
la no consideración y la no inclusión de las personas con trastornos
mentales", dijo Kestel.
En uno de sus últimos informes, la OMS estimó que ocho de
cada 10 personas con depresión y trastornos de ansiedad viven en los países en
vías de desarrollo, que son los que más necesitan una población saludable y
productiva para crecer. Y con el Banco Mundial proyectaron que por cada dólar
que los gobiernos inviertan en asistir a esa población, en 15 años recuperarán
4 dólares en capacidad productiva.
"Los presupuestos de salud mental en la mayoría de los
países son miserables -afirma Kestel-. Mientras que los problemas de salud
mental y adicciones generan entre el 20% y 30% de la carga de enfermedad en los
países, el presupuesto en los sistemas sanitarios es del 2% en promedio en el
mundo [entre el 1% y 2% en los países de ingresos bajos o medios, como la
Argentina]. Así es difícil dar una respuesta efectiva. Pero si podemos mostrar
que con ciertos tipos de servicios se obtendrá un mayor impacto en la comunidad,
confío en que las autoridades en los países a cargo de tomar decisiones los
adoptarán".
En los últimos años, Kestel estuvo impulsando la formación
de los equipos de salud en la atención de los problemas de salud mental y el
abuso de sustancias en el primer nivel de atención. Lo hizo desde la oficina
regional para América Latina de la OMS, en la ciudad de Washington. El año
pasado, se presentó al concurso internacional para ocupar la oficina en
Ginebra. Sus antecedentes también mencionaban que es egresada de la Universidad
Nacional de La Plata y trabajó durante 18 años en la creación de equipos
especializados en salud mental en países como Albania, Kosovo y el Caribe.
"Las realidades en el mundo son distintas y, a la vez,
los problemas son comunes -evaluó-. Las dificultades para manejar las
respuestas a los trastornos de salud mental y el consumo de sustancias son bien
complejas y aun a los países más avanzados les cuesta encontrar la respuesta
adecuada. La carga de esos problemas es muy alta. Ni siquiera países como la
Argentina, con el número más alto de profesionales especializados, o con los
recursos económicos como los más desarrollados podrían dar respuesta a
semejante realidad, en la que todavía persiste el estigma, un obstáculo para
buscar ayuda y contención que se mantiene".
Fuente: La Nación
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