Desde que estalló la crisis, las farmacias han estado en el
centro de las quejas y muchas de ellas fueron atacadas en las manifestaciones.
Los ciudadanos están castigando a la industria farmacéutica
de Chile desde el inicio del estallido social, hastiados por las deficiencias
del abastecimiento público de medicamentos y los elevados precios de las
farmacias privadas, que venden los remedios de marca más caros de
Latinoamérica.
Por las noches, las imágenes de las cámaras de seguridad de
los locales farmacéuticos revelan a grupos de encapuchados que arrasan con las
cajas de medicinas de las estanterías; por las tardes, los profesionales de la
sanidad, pensionistas y jóvenes reclaman con pancartas la necesidad de bajar
los precios de los medicamentos.
Una de las principales quejas de los ciudadanos hacia las
farmacias es que no traduce sus ganancias en beneficios para la población que,
según un informe de la Fiscalía Nacional Económica (FNE), en 2018 supusieron
1.514 millones de dólares en ventas a consumidores finales.
De acuerdo con la Organización Panamericana de Salud (OPS),
los chilenos son los que más gasto de bolsillo tienen en medicinas y los que
más invierten en fármacos de marca.
Un estudio de octubre de 2019 del Servicio Nacional del
Consumidor (Sernac) de Chile detectó una diferencia que puede llegar hasta los 181.000
pesos (unos 232 dólares) entre los precios de los medicamentos originales de
marca y los bioequivalentes.
Así, por ejemplo, en el caso del medicamento con principio
activo Atorvastatina de 20 mg. de 30 unidades, indicado para la reducción del
colesterol, con lo que paga por el original de marca Lipitor (54.590 pesos
-unos 70 dólares-) un consumidor podría comprar hasta 29 cajas del medicamento
genérico, que cuesta 1.880 pesos (2,40 dólares).
La sanidad pública chilena, de la que se beneficia más del
75% de la población, cuenta con un sistema que suministra medicamentos a las
farmacias públicas y hospitales, que ofrecen precios más reducidos e incluso
gratuidad para los mayores de 60 años y los carentes de recursos.
Sin embargo, la falta de existencias o los tiempos de espera
en las abarrotadas farmacias de los centros de salud han desembocado en el
hastío general de la población.
Gestión pública deficiente
El servicio de suministro de fármacos de la sanidad pública
cuenta con un sistema de Garantías Explícitas de Salud (GES), que determina qué
fármacos están disponibles en los establecimientos públicos.
Aun así, según explica el informe de la FNE sobre la
industria farmacéutica, "la regulación existente no asegura ni garantiza
el acceso a estos medicamentos".
Según explicó a Efe el vicepresidente del Colegio de
Farmacéuticos, José Cienfuegos, a veces no se cubren las demandas de las
medicinas para las enfermedades básicas y añadió que "Cenabast (ente que
suministra medicamentos al sector público) no está cumpliendo el 100 % del
abastecimiento".
Mariela Maturana, desempleada de 57 años, no puede trabajar
debido a la fibromialgia que padece y gasta más de 150.000 pesos
(aproximadamente 190 dólares) al mes en medicamentos. Su enfermedad no entra
dentro de las patologías del GES, y por lo tanto debe costearse el precio de la
totalidad de los tratamientos.
La fama de las cadenas farmacéuticas
A pesar de las opciones públicas de compra de medicamentos,
las deficiencias del sistema llevan al 48% de los chilenos a preferir comprar
en las cadenas privadas, que venden los productos a precios sustancialmente más
elevados.
Las tres cadenas farmacéuticas más grandes de Chile (Cruz
Verde, Salcobrand y FASA), que en 2008 fueron condenadas por colusión de
precios en más de 222 medicamentos, fueron atacadas durante las protestas,
siendo algunos de sus locales quemados y saqueados fruto del descontento
popular.
La FNE apuntaló en su informe que las cadenas de farmacias
privadas pagan un 70% más a los laboratorios que el sector público, cifra que
ha trasladado el foco del debate sobre el margen de beneficio de estos.
Además, el dato podría explicar los elevados precios en las
farmacias privadas frente a las publicas.
Juan Pablo Atal, académico especializado en economía
sanitaria, explicó a Efe la importancia de este dato: "Parece que los
laboratorios se llevan una parte importante porque le venden mucho más caro a
las farmacias que al Gobierno. Con esto se muestra dónde está la plata".
Los laboratorios, que según la FNE, invierten más de 200
millones de dólares anuales en promover sus firmas entre los doctores, han
instaurado una cultura de marca que ha desembocado en que el 90% de la población
adquiera este tipo de productos frente a los genéricos.
Sebastián Castro, abogado de la Fiscalía Nacional Económica,
aclaró que es el doctor el que mueve la demanda de medicamentos de marca al
recetar las medicinas a los pacientes.
"El 42% de los médicos obtiene información sobre
medicamentos de los visitadores y los congresos, mayoritariamente financiados
por los laboratorios", agregó el abogado.
El sistema de marketing que envuelve a los fármacos,
promovido por los laboratorios y apoyado por algunos doctores, y la
ineficiencia del sistema público generan la espiral de precios elevados que ha
derivado en el descontento social con la industria farmacéutica.
El presidente de Cenabast, Valentín Díaz, explicó a Efe que
"el Estado no ha sido lo suficientemente asertivo de intervenir en el
mercado, y a su vez las personas han quedado desamparadas a estos poderes de la
industria farmacéutica".
Fuente: Clarín / Agencia EFE
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Los comentarios con contenido inapropiado no serán publicados. Si lo que Usted quiere es realizar una consulta, le pedimos por favor lo haga a través del link de Contacto que aparece en este blog. Muchas gracias