En las carreras universitarias de medicina, hoy se reciben
más mujeres que varones. Pero en la especialidad de cirugía aún se enfrentan
con obstáculos por falta de oportunidades para conseguir trabajo,
perfeccionarse y ocupar cargos jerárquicos en hospitales y sociedades
profesionales.
Son profesionales de la salud que se han formado en la
especialidad en cirugía después de once años de estudios y prácticas
hospitalarias, pero sus colegas varones las llaman “chicas”. En el momento de
operar a los pacientes, pueden dejarlas como un adorno en un rincón del
quirófano con pocas posibilidades de intervenir. Tienen que escuchan que sus
jefes dicen frases como “que me demuestren que son mejores” para justificar por
qué las dejan relegadas. Y si reclaman por un mejor trato, salarios más altos y
hasta roles jerárquicos en hospitales y en las asociaciones médicas, les
contestan: “Tranquila, ya te va a llegar”. No son sólo palabras. Los diferentes
tipos de violencias contra las mujeres aún predominan en el campo de la cirugía
en pleno siglo XXI. Pero las cirujanas empiezan a hacerse escuchar.
La situación desigual con las cirujanas se ha construido
(pero naturalizado) desde hace más de un siglo. La primera médica argentina,
Cecilia Grierson, se graduó en 1889, y obtuvo la habilitación para practicar
cirugías. Pero nunca le permitieron ejercer. Hoy, sólo el 15,5% de un total de
8940 cirujanos generales en la Argentina son mujeres, según la Red Federal de
Registros de Profesionales de la Salud (REFEPS), que depende del Ministerio de
Salud de la Nación. Habría un subregistro, pero siguen siendo frecuentes las
situaciones que obstaculizan el acceso al empleo, al ascenso, la estabilidad, a
la compatibilidad con el rol de madre, y a la participación en las entidades
que agrupan a los especialistas en cirugía.
Para cambiar ese panorama, se formó la Red Cirujanas
Argentinas, una asociación civil que promueve la igualdad de remuneración por
un trabajo de igual valor; el respeto en la perspectiva de las nuevas
evoluciones y conocimientos científicos y técnicos; y la eliminación de las
discriminaciones basadas en el sexo, el estado civil, las responsabilidades
familiares, la edad, la raza, la identidad étnica o nacional, la religión, el
origen social, la discapacidad o la orientación sexual y género, en todos los
ámbitos; entre otros objetivos.
“Nos hemos unido en este colectivo para impulsar una cultura
de convivencia armónica e inclusiva en el campo de la cirugía”, contó a Infobae
la presidenta de la asociación, la doctora Andrea Andreacchio, cirujana de
planta Hospital Piñero y coordinadora general de las residencias de cirugía
general en la ciudad de Buenos Aires. En la asociación, están recibiendo
denuncias de situaciones de violencias psicológicas, físicas y simbólicas que
enfrentan las cirujanas.
“Somos minoría en un campo en el que hay obstáculos para
acceder al empleo, especialmente en el sector hospitalario privado, donde menos
del 5% de los roles de cirugía son desempeñados por mujeres. También existen
barreras a las oportunidades de formación profesional y actualización, y a la
participación en congresos tanto como asistentes y como disertantes. Incluso en
muchos lugares de trabajo no se contemplan espacios para que cuiden a nuestros
hijos pequeños”, comentó la doctora Andreacchio. Durante las semanas pasadas,
la organización ha recibido también denuncias de situaciones de acoso sexual en
centros hospitalarios.
Recientemente, realizaron una encuesta a 150 personas para
indagar sobre la percepción de la situación femenina en la cirugía. La encuesta
reveló que el 75% de las encuestadas considera que no existe igualdad de
oportunidades laborales para las mujeres. El 61% considera que no existe
igualdad para las oportunidades académicas. En una de las entidades tradicionales
que más cirujanos agrupa en el país, la Asociación Argentina de Cirugía,
todavía siguen mandando los varones. Se trata de una entidad que se creó en
1928 y que siempre ha sido presidida por cirujanos varones. Tiene 7 comisiones
enfocadas a diferentes temas de la especialidad y 5 comités que están también
liderados por hombres.
Consultado por Infobae, el jefe de cirugía digestiva del
Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires y presidente del próximo
congreso anual de la Asociación Argentina de Cirugía, Luis Sarotto, argumentó:
“Siempre los varones han sido más en el campo de la cirugía. Pero cambiará
pronto porque 7 de cada 10 estudiantes de medicina hoy son mujeres. La cirugía
requiere a una persona más aguerrida e intensa, que duerma poco, y se ha
pensado que los hombres se adaptaban más. Sin embargo, los estereotipos se
están debilitando. Tengo una hija que quiere ser cirujana, y que me hace ver la
realidad desde otra perspectiva”. Además, el doctor Sarotto informó que el
próximo congreso pondrá en foco la visión de las mujeres y que está impulsando
que funcione realmente el comité de mujeres cirujanas que se creó 16 años
atrás.
“Hoy se está desarrollando un despertar en las mujeres
cirujanas. Saben que tienen derecho al desarrollo profesional y al liderazgo a
la par de los varones y no detrás de ellos”, sostuvo la doctora Marisa
Aizenberg, directora académica del Observatorio de Salud de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde el año pasado se creó un
área dedicada a salud, género y derecho.
“Históricamente, se ha construido un modelo médico
hegemónico en el que predominan los estereotipos sobre virtudes asignadas a los
varones, como templanza, rudeza, y mejor capacidad para realizar cirugías.
Mientras que a las mujeres se les asignan ´virtudes menores como empatía y
cuidado. Sin embargo, esas virtudes han sido revitalizadas en la actualidad por
las dificultades que enfrenta hoy la relación entre médicos y pacientes. Esa
división de virtudes y roles se ha naturalizado en nuestra sociedad hasta el
punto que las propias mujeres, en su rol de pacientes, en algunas ocasiones
piden ser atendidas por cirujanos´, señaló Aizenberg.
Pero el estereotipo de que sólo los varones podían operar a
los pacientes ha empezado a debilitarse. "Ellan enfrentan importantes
desafíos en el acceso a oportunidades laborales, salariales e incluso de
formación. A veces tienen que postergar la maternidad durante las residencias
médicas. Esta brecha también se observa en el acceso a cargos de decisión y se
traslada a las sociedades científicas de todas las especialidades. Sin embargo,
las cirujanas hoy son conscientes de que su visión apunta a la equidad en la
toma de decisiones en el sistema de salud, especialmente en el diseño de
políticas públicas sanitarias, y que se puede cambiar”, afirmó Aizenberg. “No
queremos salir a ver quién opera mejor ni a competir con los varones. Estamos
sólo reclamando por nuestro lugar en la cirugía”, agregó Verónica Garay,
cirujana de trasplante hepático del Hospital Argerich y secretaria general de
la Red. Lanzaron una campaña en redes sociales #Nosinellas para reclamar por
más oportunidades, por más mujeres en eventos académicos, y por más paneles
compartidos.
Las situaciones de discriminación para las cirujanas también
se han producido en otros países desde hace siglos. Se sabe que en la
Antigüedad las mujeres participaban en cirugías en Egipto, Italia y Grecia. En
la Edad Media, se les prohibió la práctica. A principios del siglo XIX, Miranda
Stewart ejerció como cirujana militar en Inglaterra, pero tuvo que adoptar
nombre y ropas que eran tradicionalmente considerados para hombres para poder
desarrollar su vocación. Hoy, en ese país las mujeres que estudian medicina son
más que los varones.
Sin embargo, ellas no ocupan lugares altos cuando trabajan
en cirugía. Recientemente se publicó en la revista BMJ Open una encuesta a
través de redes sociales al grupo de mujeres de la Asociación de Cirujanos de
Gran Bretaña e Irlanda. De un total de 81 participantes femeninas, el 88% dijo
que sentía que la cirugía era un campo dominado por los hombres. La
subespecialidad de la cirugía traumatológica y ortopédica fue considerada la más
sexista. El 59% opinó que habían experimentado algún tipo de sexismo, y el 34%
dijo que la profesión de cirujana desalentaba la maternidad o la vida familiar.
En los Estados Unidos, también se hizo un estudio con la
participación voluntaria de 7.409 residentes en cirugía. El 32% había sufrido
algún tipo de discriminación por su género. El 30,3% había padecido algún tipo
de abuso físico o verbal (o ambos), y el 10,3% contó que había sufrido acoso
sexual (generalmente por un profesional que tiene rol de supervisión). El
trabajo se publicó en octubre pasado en la revista The New England Journal of
Medicine (NEJM) y en las conclusiones se destacó que el maltrato ocurre
frecuentemente entre los residentes de cirugía general, especialmente con las
mujeres, y está asociado al exceso de trabajo, también conocido como “síndrome
de burnout” y a pensamientos suicidas.
Tras la difusión de los resultados, el cirujano pediátrico
Chethan Sathya escribió en la revista Scientific American un dramático
reconocimiento de la situación y un llamado de atención: “Como cirujano
masculino, me siento mortificado que la profesión permita que mis colegas
mujeres sean tratadas como ciudadanas de segunda clase. He visto cirujanas que
han sido intimidadas, acosadas y discriminadas por sus colegas varones. He
visto un número incontable de veces que sus carreras se desmoronaban ante mis
ojos. He visto sus lágrimas. Las he visto ir dentro de un agujero profundo de
depresión y nunca volver. Y no he hecho nada al respecto”.
Fuente: Infobae
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