El cáncer de mama, de colon y de cuello de útero pueden
detectarse en forma temprana, lo que eleva las probabilidades de curación. Sin
embargo, los sectores más vulnerables acceden menos a los estudios de
diagnóstico.
Alrededor del 30% de los casos de cáncer pueden curarse si
se detectan en forma temprana y son tratados adecuadamente. Para llegar al
diagnóstico precoz, en los de mama y colon, los dos tumores que más casos
provocan cada año en Argentina (más de 21.000 y 15.000, respectivamente), a
nivel poblacional se recomienda la realización de mamografías en mujeres y
estudios de rastreo de cáncer de colon (test de sangre oculta en materia fecal,
colonoscopía) en ambos sexos a partir de los 50 años (la recomendación
individual puede variar). Mientras que el control periódico a través del
Papanicolau (Pap) permite detectar lesiones precancerosas antes de que se
produzca el cáncer de cuello de útero, que sin embargo produce unos 4.500 casos
al año y 2.000 muertes. Ampliar el
porcentaje de cobertura de esos métodos de tamizaje es clave para el abordaje
temprano y la baja en la mortalidad, pero todavía se registran importantes
disparidades en el acceso.
Así lo muestran los resultados de la última Encuesta
Nacional de Factores de Riesgo (ENFR 2018). El informe señala que la brecha
entre diferentes jurisdicciones del país es "muy significativa, llegando
en algunos casos a ser más del doble la realización de la práctica en una
jurisdicción respecto de otra".
Además, la prevalencia de las tres prácticas preventivas
evaluadas (mamografía, Pap y de rastreo de cáncer de colon) fue más alta en las
personas con obra social o prepaga que en quienes cuentan con cobertura pública
exclusiva de salud, y a mayor nivel educativo y de ingresos.
En todo el país, por ejemplo, 2 de cada 3 mujeres de 50 a 70
años se realizaron una mamografía en los últimos dos años. Mientras que en la
Ciudad de Buenos Aires, Tierra del Fuego y la Pampa ese porcentaje se elevó por
encima del 80%, fue mucho menor en Santiago del Estero (34%), Formosa (46,1%),
Corrientes (47,9%), La Rioja (49,6%), San Juan (50,6%), Salta (52,1%), Misiones
(52,5%), Chaco (52,8%) y Tucumán (54,7%). Y hay una diferencia de casi 25
puntos entre quienes tienen obra social o prepaga y aquellos que se atienden en
el sistema público (70,7% vs. 46,4%).
Muy similar es lo que ocurre con el Papanicolau, el único
método medido por la encuesta realizada a habitantes de 49.000 viviendas de
todo el país. No obstante, en 7 provincias y 6 municipios bonaerenses también
se implementa desde hace algunos años el test de VPH como tamizaje primario;
una estrategia pionera surgida nacida en el marco del Programa Nacional de
Prevención de Cáncer Cervicouterino y que se convirtió en modelo a nivel
mundial. Los resultados mostraron que fue efectiva para aumentar la detección
en comparación con el Pap y permitió llegar a más mujeres que por diversas
barreras (geográficas, culturales, económicas) no accedían a los controles para
prevenir el cáncer de cuello de útero.
En tanto, sólo el 31% de las personas de 50 a 75 años se
realizó alguna vez una prueba de rastreo de cáncer de colon, un porcentaje
mayor que en la anterior edición de la ENFR, pero todavía muy bajo y más bajo
aún en los sectores más desfavorecidos.
El peso de los determinantes sociales
Según la Organización Mundial de la Salud, los determinantes
sociales de la salud explican la mayor parte de las inequidades sanitarias.
Esos decir, las condiciones en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan
y envejecen, incluido el sistema de salud y que son el resultado de la
distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional y
local y que depende, a su vez, de las políticas adoptadas.
Para disminuir las disparidades, uno de los objetivos
centrales del Plan Nacional Contra el Cáncer (2018-2022) es aumentar
progresivamente el porcentaje de cobertura poblacional del tamizaje en cáncer
de mama, colon y cuello de útero, afirma la directora del Instituto Nacional
del Cáncer (INC), Julia Ismael. Es que -explica- cuando la cobertura alcanza
entre un 40 y 60% de su población objetivo comienza a bajar la mortalidad.
En diálogo con Clarín, Ismael habla de la necesidad de
mejorar toda la línea de cuidado.
El primer eslabón de esa cadena es la prevención primaria,
es decir la promoción de hábitos beneficiosos que ayudan a prevenir 4 de cada
10 casos de cáncer. Entre esas medidas se incluyen la dieta saludable, la
realización de ejercicio físico en forma regular, no fumar, evitar o moderar el
consumo de alcohol y la exposición a radiaciones, además de la vacunación
contra VPH y hepatitis B, establecida en el calendario nacional.
En varios de esos puntos, no obstante, también se registran
grandes brechas: sin ir más lejos, los sectores más vulnerables acceden a una
alimentación de peor calidad y son quienes sufren las mayores consecuencias del
tabaquismo.
La línea de cuidado continúa con la prevención secundaria
"que es la del diagnóstico temprano, a través del test de sangre oculta,
la mamografía y el test de VPH o Pap, que son las tres pruebas sobre las que
hay evidencia de efectividad", sostiene Ismael. Y añade: "Cuando hay
un test de estos que da positivo, lo que se busca es que las personas accedan a
una mamografía de calidad, a una colposcopía de calidad o a una colonoscopía de
calidad. Y haciendo diagnósticos y tratamientos oportunos mejorar las
posibilidades de curación de las personas. Ese es el camino de la línea de
cuidado continuo ideal. Cuando alguna de esas instancias falla, no se logra
reducir la mortalidad, que es lo que busca el Plan. Por eso se trabaja a todos
esos niveles, inclusive en cuidados paliativos, en los casos de las personas
que no se puedan curar. Por haber intervenido en todos esos puntos, los países
desarrollados, teniendo una incidencia alta de cáncer como tenemos nosotros,
han logrado una caída en la mortalidad".
La directora del INC, que depende del Ministerio de Salud,
dice que en el marco del plan quinquenal se compró medio millón de test de
sangre oculta en heces, se planea ampliar el tamizaje con test de VPH a 20
jurisdicciones en 2022 y está abierto un proceso de compra de equipamiento para
el sistema público de torres de colonoscopía y para mejorar la calidad de las
mamografías; además de la puesta en marcha de programas de capacitación.
"Hace falta reforzar prevención primaria y con respecto
a la prevención secundaria tiene que haber políticas nacionales, porque el
cáncer en 2040 va a ser la primera causa de muerte, no podemos dejarle la
responsabilidad a los más de 1.000 municipios que tenemos. Esto tiene que ser
una política nacional, para eso se creó el Instituto Nacional del Cáncer, pero
hay que dotarlo de financiamiento”, enfatiza a este diario la médica sanitarista
Zulma Ortiz, subdirectora del Instituto de Investigaciones Epidemiológicas de
la Academia Nacional de Medicina.
En el marco de la iniciativa AcciónXCáncer, que ella
coordina, hace unos meses presentó un trabajo realizado por el economista e
investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política
(UBA-CONICET) Oscar Cetrángolo, que mostraba que, en 2017, el gasto conjunto
del INC y del programa Asistencia con Drogas Oncológicas era de 215 millones de
pesos, lo que representaba el 0,41% de las erogaciones del Ministerio de Salud
y un 0,23% del gasto público nacional en salud.
"En países con sistemas de salud fragmentados y que
tienen una territorialidad como la que tenemos, las cuestiones que son
prioritarias (el cáncer es un ejemplo), la política tiene que ser nacional, si
no tenemos un INC fortalecido, las brechas no se van a cerrar", advierte
Ortiz.
Y concluye: “El gran desafío que tiene este gobierno es
hacer frente a un diagnóstico en el cual se vio que el Instituto Nacional del
Cáncer tiene un presupuesto para ejecutar que, habida cuenta de la complejidad
de nuestro sistema y lo que se necesita, cuando menos debería mejorarse o hacer
un uso eficiente de esos recursos".
"Ya que las mejoras en la evolución de la enfermedad se
miden en pequeños beneficios a lo largo del tiempo, para que se trasladen a
toda la población deberíamos procurar facilitar el acceso, especialmente en
prevención", considera por su parte Santiago Bella, vicepresidente de la
Asociación Argentina de Oncología Clínica .
El oncólogo destaca que la reducción de la inequidad es una
preocupación mundial y se hace eco del editorial de la revista The Lancet por
el Día Mundial del Cáncer, que se conmemora hoy.
"A pesar de las muchas oportunidades que existen para
el control del cáncer durante la próxima década, no cosecharemos los beneficios
de tales esfuerzos sin una reforma del sistema de salud en todo el mundo que
brinde atención en cáncer asequible para todos", dice el texto que cierra
con una advertencia: "Sólo con acciones racionales y ambiciosas podemos
hacer del 2020 un década de posibilidades, en lugar de una decepción".
Fuente: Clarín
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