Nunca lo reconocerán en público, pero casi todos los
gestores de la salud privada en la Argentina habían ayer levantado el teléfono
para hacerles consultas a sus abogados. Después de escuchar la propuesta del
ministro de Salud, Ginés González García , que hablaba de lanzar un decreto
para convertir al sector en una tarea de interés público y centralizar el
manejo de las camas en el Gobierno, nadie estaba dispuesto a entregar su
clínica sin un litigio previo.
Con ese ánimo llegaron los referentes de las principales
asociaciones del país a la reunión que mantuvieron con González García hoy a
las 12. La pandemia le imprime su propio velocidad a los tiempos de la política
argentina. Unos sesenta minutos de charla alcanzaron para que ambas partes
bajaran las armas que habían levantado 15 horas antes. Era el resultado lógico:
a nadie le conviene pelear en la antesala de lo que puede ser un triunfo
nacional o la peor catástrofe sanitaria de la historia argentina.
El primero en mostrar buena voluntad fue el ministro. Les
dijo que en ningún momento fue su intención intervenir en el sector privado de
la salud, algo que habían entendido todos sus interlocutores. Ya lo dice una
frase atribuida a otro médico, Jackes Lacan: la comunicación es imposible.
Lo escuchaban Jorge Cherro (Adecra), Mario Lugones (Cepsal),
José Sánchez (FEM), Luis Degrossi (Adem), Enrique Tonelli y Enrique Cimino
(Confeclisa) y MiguelTroisi (Faosdir), las principales cámaras que representan
al sector.
Luego llegó el momento de los reclamos. Aunque el ministro
dijo y repitió que intentará no disponer una normativa común a través de un
decreto del presidente Alberto Fernández, tampoco eliminó por completo esa
posibilidad porque no es sólo decisión suya, según argumentó.
El sector privado ve detrás de esas dudas los temores del
gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y más lejos aun la
de la vicepresidenta Cristina Kirchner.
Es un secreto mal guardado en el sector médico que el
distrito peor preparado del país para enfrentar al coronavirus es el conurbano
bonaerense. Allí conviven una alta densidad de población y un sistema
hospitalario deficiente. Una coincidencia que preocupa al Frente de Todos: el
mayor bastión político kirchnerista es el que podría dar las peores noticias
sanitarias en las próximas semanas.
Para evitarles el sinsabor de un decreto, el ministro les
pidió a los empresarios una lealtad casi "peronista": debían respetar
la "rectoría" del Ministerio de Salud para avanzar en la coordinación
del sistema sanitario nacional, provincial y municipal.
También les reconoció que las empresas están desfinanciadas
por la baja de la recaudación de las obras sociales, les anticipó que habría
impuesto 0 para la importación de insumos esenciales y los invitó a participar
de una mesa que tendrá reuniones periódicas. La primera será el sábado próximo.
González García terminó con un gesto de empatía hacia los
profesionales del sector. Dijo que le preocupaba más la falta de vestimenta
apropiada para médicos y enfermeros que el abastecimiento de respiradores. Una
confesión que cayó bien entre los gestores de la salud. Sucede que si se
contagia un médico, el sistema no sólo carga con el problema de la enfermedad
en sí, sino también con la pérdida, al menos hasta su recuperación, de un
eslabón clave en la cadena sanitaria.
Fuente: La Nación
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