Están elaborando un
proyecto de ley para frenar la desfinanciación del sistema de salud y mejorar
las prestaciones. Buscarán que se sancione antes de fin de año. Funes de Rioja
advirtió a Infobae que la UIA se opone a “más impuestos al trabajo”.
El Gobierno y la CGT buscan que la reforma del sistema de obras
sociales se apruebe en el Congreso antes de fin de año. Alberto Fernández le
dio luz verde a la iniciativa. Para eso trabajan en un proyecto de ley que
contiene muchos de los pedidos de la central obrera, como el aumento de los
aportes de los trabajadores y de los empleadores, que ya empezó a ser
conversado con diputados y senadores del oficialismo.
Sin embargo, la difusión sorpresiva e inconsulta de estas
negociaciones por parte del ministro de Salud, Ginés González García, durante
una charla virtual, el martes pasado, puso en foco dos grandes problemas que
afronta este proyecto, cuyo objetivo es evitar que se siga desfinanciando el
sistema sindical de salud.
Por un lado, el malestar que generará que, en un contexto de
crisis económica, a los trabajadores se les haga más descuentos de sus
salarios. Por otro, la resistencia que presentará el sector empresarial a sumar
más costos.
“No estamos de acuerdo con más impuestos al trabajo que
generan más informalidad, menos empleo y menos competitividad”, afirmó a
Infobae el vicepresidente Asuntos Laborales e Internacionales de la Unión
Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, para quien “hay que buscar
las soluciones por otros caminos".
Aseguró que la UIA no fue consultada sobre el aumento de los
aportes y se mostró de acuerdo en “atender el tema de las obras sociales, pero
también hay que tener en cuenta las necesidades de reestructuración y de
eficiencia para que los costos sean compatibles con la realidad de la economía
argentina”.
Actualmente, las obras sociales se financian con el aporte
del 3% del sueldo bruto de los trabajadores en relación de dependencia y el 6%
que paga el empleador. La fórmula que estudian el Gobierno y la CGT aumentaría
un punto el aporte del trabajador (del 3% al 4%) y otro punto al empleador (del
6% al 7%), con lo cual las contribuciones mensuales al sistema sindical de
salud ascenderían en total del 9% al 11%.
Seis dirigentes de la CGT se reunieron el jueves pasado con
Alberto Fernández y le explicaron los motivos por los cuales impulsan el
aumento de los aportes y otros cambios que mejorarían la situación financiera
de las entidades sindicales que brindan atención médica. La respuesta del
Presidente dejó tranquilos a la dirigencia cegetista: “Es necesario reformular
todo el sistema de obras sociales”.
En su charla virtual del martes, el ministro de Salud reveló
el proyecto de aumentar los aportes y dijo que el Gobierno “está pensando en
cambios estructurales” en el “corto plazo”: mencionó que “hay muchas obras
sociales que no deben existir porque le agregan costos de transacción y
conductas antisolidarias al sistema”.
¿Qué otros puntos contiene la ley complementaria que están
elaborando funcionarios y sindicalistas? La mayoría surge de un documento de 12
puntos que la CGT entregó el 12 de junio a la Superintendencia de Servicios de
Salud y que resume las propuestas para superar la desfinanciación de las obras
sociales.
Allí figura, por ejemplo, que se descuente el 15% para el
sistema de obras sociales a quienes pagan una diferencia para atenderse en una
prepaga y que actualmente no aporta al Fondo Solidario de Redistribución, que
se ocupa del reintegro de dinero al sistema de salud por tratamientos de alta
complejidad.
Otro punto será algún impedimento para que, desde la sanción
de la ley, se triangulen los aportes obligatorios de una obra social a una
prepaga, un fenómeno generalizado a partir de que en los años noventa se
dispuso la libre elección de la obra social y facilitó la creación de “sellos
de goma” que reciben las contribuciones de los trabajadores y, mediante
convenios, derivan el dinero a una empresa de medicina privada.
La reforma proyectada también incluiría la creación de una
nueva canasta de prestaciones médicas que reemplazará al actual Programa Médico
Obligatorio (PMO), que establece las coberturas mínimas que se debe brindar y
al que se fueron incorporando nuevas patologías y medicamentos que terminaron
asfixiando financieramente al sistema de salud.
La CGT quiere sumar en el proyecto de ley su idea de crear
la Agencia Nacional de Evaluación de Tecnologías de Salud, como existe en otras
partes del mundo, para evaluar la aparición de nuevas drogas y determinar si se
justifica su utilización en muchos tratamientos. Según se quejan los
sindicalistas, algunos medicamentos son muy costosos y no siempre su eficacia
está garantizada, pero a veces las obras sociales deben pagarlas de todas
formas porque surge de amparos judiciales presentados por los pacientes.
También se contemplará en la reforma una solución al
problema que representan quienes pagan el monotributo social: por una cápita de
entre 1.900 y 2.000 pesos por mes, las obras sociales están obligadas a brindarles
a los 1.350.000 monotributistas las mismas prestaciones del Programa Médico
Obligatorio por las que los trabajadores en relación de dependencia pagan más.
En este rubro se analiza aumentar la cápita mensual y, además, hacer
obligatorio el pago de todo el grupo familiar, que hoy es optativo.
Un aspecto clave en la reforma proyectada es la provisión de
medicamentos, uno de los rubros más costosos para las obras sociales. Para
abaratar los precios se analiza un esquema con protagonismo del Estado o bien
sistematizar la compra comunitaria, aunque esta opción sería voluntaria porque
hay entidades sindicales de salud más poderosas y que tienen mayor capacidad de
negociación.
Algunas de estas ideas ya fueron conversadas por una
delegación de la CGT con el titular de la Comisión de Acción Social y Salud
Pública de la Cámara de Diputados, Pablo Yedlin, del Frente de Todos, y con el
presidente de la Comisión de Trabajo y Previsión Social del Senado, Daniel
Lovera, con quien la central obrera habla un mismo idioma porque también es
dirigente del Sindicato de Comercio de La Pampa.
De todas formas, todavía faltan muchas definiciones en las
que trabajan funcionarios de Salud y los técnicos de la CGT y, en particular,
encontrar un argumento sólido que amortigüe las reacciones negativas que
seguramente causará el proyecto cuando se confirme que incluye más descuentos
en los sueldos de los trabajadores en un momento de paritarias limitadas,
precios en alza y crisis en el empleo.
Se suma un factor más que complica la justificación de la
iniciativa: si uno de sus argumentos es la desfinanciación de las obras
sociales por la caída de la recaudación, como producto de la paralización de
actividades que trajo aparejada la cuarentena obligatoria, esa baja muestra que
se está revirtiendo.
Para cubrir esa fuerte caída que puso en rojo las cuentas de
las obras sociales, la CGT logró que el Gobierno pagara todos los meses desde
mayo una “ayuda excepcional” que proviene del Fondo de Emergencia y Asistencia,
creado durante el gobierno macrista y que nunca había sido utilizado.
Mediante ese esquema, se compensa exactamente el monto de la
caída de los aportes de los trabajadores que registra mes tras mes la AFIP. Y
por eso se puede comprobar que la Superintendencia de Servicios de Salud les
giró en mayo a las obras sociales 1.279 millones de pesos; en junio, 1.276
millones de pesos; en julio, 821 millones de pesos; en agosto, 125 millones de
pesos, y en septiembre, 502 millones de pesos.
Eso significa que los aportes crecieron porque hay
actividades que se reanudaron o porque hubo un impacto del programa ATP por el
cual el Estado paga una parte de los salarios de las empresas en crisis e
incluso también porque se preservan los aportes para las obras sociales en las
suspensiones pagas que son acordadas según el artículo 223 bis de la Ley de
Contrato de Trabajo.
Aun así, Alberto Fernández avaló los cambios en las obras
sociales y la CGT acelera la elaboración del proyecto complementario para
llevar adelante una reforma por la que viene pugnando desde hace años y de la
que depende nada menos que la atención de la salud de unas 14 millones de
personas en todo el país.
Fuente: Infobae
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