La pandemia cambió la atmósfera de la consulta tradicional. La distancia física es un tema, pero el vínculo se renueva. Los terapeutas reivindican la salud mental como un derecho humano.
En tiempos de cuarentena, los psicólogos tuvieron que reinventarse y pasaron de un formato de cercanía física en el consultorio a ser el eco de una presencia y una voz lejanas.
"No todos los pacientes adhieren y no con todos es posible un tratamiento a distancia, sobre todo con los más pequeños donde las dinámicas lúdicas requieren la puesta en juego del cuerpo", explica a Con Bienestar la licenciada en psicología Carolina Ardente (M.N. 41.326).
Pero este contexto no complica sólo a los pacientes, algunos profesionales también manifiestan resistencia e incomodidad ante esta nueva modalidad. Pero, como esta situación se mantiene desde el 20 de marzo, la adaptación se volvió una necesidad.
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La construcción de nuevos espacios de atención digitales se profundizó y las nuevas dinámicas de tratamientos con chicos, adolescentes y adultos, fueron adaptadas a videollamas y llamadas telefónicas. Y en este punto, la licenciada se pregunta si las nuevas modalidades reemplazarán con la pantalla al diván.
La mayor certeza que se tiene es, por un lado, la importancia de continuar los tratamientos previos, ya que no se pueden interrumpir "los espacios donde se aloja el sufrimiento" de los pacientes.
Por otro lado, y de la misma forma, la atención tiene que estar presente en las problemáticas emergentes que se desprenden de esta nueva realidad, una realidad incierta e imprevisible que trae consecuencias.
"La responsabilidad y la ética profesional que llevan a sostener los tratamientos se ponen en tensión con la precarización laboral, los contextos sociales y familiares que vive cada profesional y la propia angustia que lo atraviesa", describe Ardente.
Pese a las condiciones inestables de trabajo, que lógicamente se agudizaron en los últimos meses, muchos profesionales independientes de la salud -según nos cuenta la licenciada- siguen "sosteniendo la actividad motorizados por el deseo del analista", y también porque "priorizan y reivindican la salud mental como un derecho humano universal".
Por estos motivos, la licenciada solicita: "Debe ser sostenida y garantizada desde el Estado y las políticas públicas, haciendo que prime el interés general y no el interés económico particular que solo busca sus ganancias y que no tiene una visión humanista".
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