La “Jornada Salud Digital e Innovación en Argentina: Un plan de acción parlamentaria” que se realizó el 3 de octubre en el Salón Azul del Senado de la Nación y que contó con la participación de destacados disertantes arrojó claras líneas de acción que revelan que existe un experimentado conocimiento de lo que necesita la denominada transformación digital de la salud: un marco regulatorio amplio que no quede atado a evoluciones tecnológicas ni a ámbitos jurisdiccionales, que la información sanitaria -el dato del paciente- debe capturarse una sola vez de manera lo suficientemente completa para que pueda ser reutilizada en todo el ciclo de la vida del dato de esa persona; que esos datos tienen que protegerse para evitar acciones criminales, y determinar quién tiene la soberanía sobre esos datos.
Argentina es parte de una región en la que sólo 11 países cuentan con legislación sobre Historia Clínica Electrónica, 14 con una estrategia de salud digital, y donde por lo general la información de salud se encuentra en silos fragmentados, desfinanciados, subutilizados…”El desafío es cambiar esta trayectoria, las políticas públicas son necesarias para esto y la legislación debe acompañar estos procesos para potenciarlos”, señaló Marisa Aizenberg, directora del Observatorio de Salud de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires y una de las mentoras de esta Jornada. Y añadió: “Debemos aprender nuevas formas de legislar. El presente de la salud digital se caracteriza por esos contornos difusos, entonces tenemos que ser capaces de definir principios generales para que luego las autoridades de aplicación se ocupen de la sintonía fina, de todo lo que tiene que ver con lo que cambia rápidamente”.
Los sistemas de información en salud se nutren de los datos de los pacientes. No obstante, ¿Quién tiene la propiedad de esos datos? Existen leyes de protección de datos personales, pero lo cierto es que si bien se sostiene que las personas son dueñas y custodias de sus datos, la realidad indica que el acceso del paciente a su historia clínica no es efectivo.
Definir normativas alrededor de la propiedad del dato no es una tarea sencilla ¿Es el paciente el dueño de ese dato? ¿Es un bien público? ¿Se deja al consentimiento de cada persona que ese dato circule? ¿Es posible exigirlo a las personas, a los efectores y financiadores y a los estados para el desarrollo de políticas públicas sanitarias? ¿Serán las nuevas tecnologías las que finalmente pongan ese dato a circular? ¿Cuál será el rol de la ciberseguridad en este nuevo escenario?
En diálogo con Telemedicina-Salud en línea, Marina Rojo, disertante de la Jornada y miembro del Programa de Innovación Tecnológica en Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, aseguró que “frente a la reflexión sobre cuestiones reglamentarias a generar alrededor de la salud digital, hubo un consenso acerca de la necesidad de crear marcos regulatorios que sean lo suficientemente flexibles para ir adaptándose a los cambios que se vayan sucediendo”. Así, más que una ley con todo especificado que quede desactualizada ante cada cambio tecnológico o de uso de esa tecnología, crear un marco regulatorio con autoridades de aplicación que puedan “bajarla” a cada jurisdicción.
Aizenberg también habló de “generar una hoja de ruta que le permita a nuestros países mejorar la estrategia de salud digital y sus normativas”. Y añadió: “Porque la tecnología surge como un elemento democratizador, igualador frente a las inequidades y a las barreras de acceso que presentan los sistemas sanitarios; entonces los marcos regulatorios tienen un rol central en los procesos de incorporación de tecnologías y se requiere identificar cuáles son las áreas de vacancia legal para poder llenar esos vacíos con la mejor legislación”.
Preocupada por los datos y su destino exhortó a “pensar en esta regulación en el marco de acuerdos regionales que permitan mantener la soberanía de los datos”. Aizenberg se refirió al uso de WhatsApp durante la pandemia y reflexionó: “Tenemos que pensar en una normativa que permita que los datos queden aquí y no en servidores de Estados Unidos donde no son aplicables las leyes de nuestros países”. “Tenemos que tener soberanía sobre las herramientas y los datos”, concluyó.
Fernán Quirós, ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, expresó la necesidad de contar con un marco regulatorio a largo plazo que permita “pensarnos de aquí a más de 20 años o más”. “El concepto principal que quiero compartir -dijo- es que la HCE o los sistemas de información en salud que se digitalizan no son la transmisión del papel a la computadora, sino que son dos dimensiones que solo tienen en común los datos emanados del diálogo sanitario”. Entonces exhortó a entender que la HCE tiene dos componentes que en el papel no están: 1) estrategias y metodologías para soportar la toma de decisiones de los profesionales de la salud, por ejemplo, vinculándose con bases de conocimiento científicas y acompañar, proponer o mejorar esa toma de decisiones sanitarias 2) lleva embebidos -en la forma en que está desarrollada la aplicación y la interfase- los procesos, la metodologías, los tiempos y el concatenado temporal de las cosas que van a ocurrir en la práctica sanitaria.
Once Only y dato como bien público. El concepto de capturar una sola vez el dato de la persona no es algo nuevo. Estonia, conocida como la nación más digital del mundo, lo comprendió, lo aplicó y lo explicó a otros cada vez que tuvo oportunidad. Quirós se valió de este concepto para señalar que “hay que separar el flujo del dato sobre todo para quienes piensan y crean la normativa, para entender cuáles son los puntos clave que debemos discutir y debatir”. En este sentido, añadió: “Debemos entender el ciclo del dato. Y es importante comprender que el dato que hace a la salud debe ser capturado una sola vez con los criterios y consideraciones de todos los que están detrás de esa persona tienen que re usarlo y tiene que ser reutilizable para todas las funciones que la sociedad lo requiere”.
Para Quirós, debemos generar una agenda digital en salud que respete la autonomía de los procesos y por lo tanto limite lo menos posible las aplicaciones y que, además, marque un sendero claro en la necesidad o el derecho público que la Nación debiera tener para los datos. Un marco conceptual que permita trazar estrategias de largo plazo, que no defina nada de lo que haya que hacer, sino cómo, con qué metodología, con qué normas, con qué reglas, con qué modo de trabajar.
El ministro de Salud de CABA definió al dato sanitario como bien público, que no le pertenece ni al efector ni a la persona, porque las políticas públicas y las decisiones tienen que basarse en el entendimiento de lo que ese dato proporciona. “La salud o la enfermedad de una persona no tiene que ver con ella sola sino con su relación con la sociedad, con la alimentación, con dónde y cómo vive…Entonces el sistema informático de salud debe poder integrar todos esos datos que están en el marco de otras disciplinas y a los que los médicos no acceden o no suelen acceder” y su funcionamiento
Daniel Luna, jefe del Departamento de Informática en Salud del Hospital Italiano de Buenos Aires, anticipó “una guerra por los datos”. Según él, nadie los va a querer compartir, ni siquiera los pacientes. Para Luna, “los ciclos de adopción de la tecnología se van achicando, y es con esa lógica que hay que pensar en regular cómo capturar nuevas fuentes de datos”. Confrontó con la idea de Quirós de “dato como bien público” y lo contrarrestó con la realidad: “nunca sucedió y dudo que vaya a suceder”. Por eso, exhortó a regular la forma en cómo se podrían compartir los datos en salud.
Luna también tildó de “falacia” el concepto de medicina basada en el valor y centrada en el paciente: “Lo que sucede es que con tecnologías disruptivas como IoT o 5G o VR, el paciente comenzará a entender que la mirada paternalista en medicina deberá ser cambiada en el conjunto de la sociedad, y en este sentido, es muy importante legislar las nuevas tecnologías que van a generar esos datos y que hoy están siendo usufructuados solo porque quienes funcionan de nexo”.
Interoperabilidad y ciberseguridad. Otro punto importante para Luna, es “la interoperabilidad, que hay que regular, porque nadie quiere interoperar, ni Estados Unidos que invirtió fortunas en interoperabilidad lo logró”. Y esto no es por cuestiones regulatorias sino de mercado. Entonces la verdadera variable que podrá modificar esto es la variable del ciudadano.
Por otro lado, el jefe del Departamento de Informática en Salud del HIBA, mencionó la medicina algorítmica, algo de lo que viene hablando hace años (ver entrevista aquí) y señaló: “Tenemos más de 30 años de evidencia de sistemas basados en reglas y no hay reglamentación para eso. Si ponemos foco en procesos asistenciales homogéneos y en otros donde hay evidencia, podemos hacerlo ahora”.
Con el dato médico digitalizado, el rol de la ciberseguridad se vuelve fundamental. Los datos serán cada vez más la moneda de cambio y de poder, el activo que van a tener personas, organizaciones y empresas. “Considero que el foco de la legislación debe ser en la ciberseguridad”, señaló Luna.
Fuente: Salud en Linea
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