Hoy día tenemos decenas de aplicaciones que aseguran ayudar a encontrarnos a nosotros mismos. Que pueden ser la salvación que tanto buscábamos. Por desgracia, este trabajo sigue siendo de los profesionales, no de las apps.
La primera vez que abres Headspace, una de las aplicaciones de bienestar mental más populares, te recibe la imagen de un cielo azul y te anima a respirar hondo varias veces. Si no sabes de qué hablamos es que no has tenido nunca la necesidad de buscar una app de salud mental.
Las instrucciones que aparecen en el firmamento en esta aplicación te indican con precisión cuándo inhalar, cuándo aguantar y cuándo exhalar, ritmos que se miden con una barra blanca de progreso, como si estuvieras esperando a que se complete una descarga.
Algunas personas pueden encontrar esto relajante, aunque parece más bien la gamificación de un proceso parecido al de relajarse. Esto, sencillamente, es el primer paso que demuestra que una app de salud mental no puede, de verdad, ayudarnos a encontrar la paz y la tranquilidad que buscamos.
La disnea, o falta de aire, es un efecto secundario común de la ansiedad, que aumentó, junto con la depresión, un preocupante 25 % a nivel mundial entre 2020 y 2021, según un informe de la Organización Mundial de la Salud.
Y no es casualidad que esta crisis de salud mental haya coincidido con la explosión de las aplicaciones de salud emocional. Dada la desigualdad y la insuficiencia del acceso a servicios de salud mental asequibles, muchos se han preguntado si estas herramientas digitales sirven como sustitutos eficaces de la ayuda profesional.
Un negocio que tan solo desarrolla apps de autoayuda de bonito diseño
Los expertos creen, sin embargo, que estas aplicaciones no pretenden ser alternativas a la terapia, sino que representan una actualización digital del género de la autoayuda.
Al igual que los libros de bolsillo que se encuentran en las secciones de Crecimiento Personal de las librerías, estas aplicaciones prometen que la salud mental puede mejorar a través de la autoconciencia y el autoconocimiento.
Ayudarse a uno mismo es, por supuesto, una idea complicada, filosóficamente hablando. Supone dividir el yo en dos entidades, el ayudante y el beneficiario. Las herramientas analíticas que ofrecen estas aplicaciones (ejercicio, estado de ánimo y seguimiento del sueño) invitan a los usuarios a convertirse en científicos y sujetos, tomando nota de sus propios datos.
Los controles del estado de ánimo piden a los usuarios que identifiquen sus sentimientos y van acompañados de mensajes que subrayan la importancia de la conciencia emocional. Estas ideas pueden parecer que ayudan, pero en realidad no dan las herramientas necesarias para curar.
Por supuesto, a pesar de todo el énfasis en el autoconocimiento y los datos personalizados, lo que estas aplicaciones no ayudan a entender es por qué uno está ansioso o deprimido. Esta es la pregunta que la mayoría de la gente busca responder a través de la terapia. Si necesitas ayuda, acuda e a un profesional, no a una app.
Fuente: Computer Hoy
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