Actualmente, el término “salud digital” se ha convertido en un faro que ilumina el horizonte de la atención médica moderna, siento actualmente uno de los focos de la Organización Mundial de la Salud. Este concepto abarca una gama de tecnologías y aplicaciones que utilizan la información digital para mejorar la salud y el bienestar. Algunas estimaciones señalan que el mercado de salud digital alcanzará los 780,000 millones de dólares al 2030, con una tasa de crecimiento anual compuesta de 16,1%, pero especialmente concentrado en los países desarrollados.
Un componente clave de la salud digital es la “datificación” , que implica la conversión de datos clínicos y de salud en formatos digitales, permitiendo su almacenamiento, análisis y compartición eficiente. A medida que la salud digital se cuela lentamente en cada rincón de la atención médica, su influencia en el acceso a medicamentos se torna cada vez más evidente y significativa.
De hecho, uno de los desafíos más apremiantes en el ámbito de la salud es el acceso equitativo a medicamentos y la salud digital ofrece herramientas para optimizar el uso de los recursos destinados a tratamientos farmacológicos. Ella contribuye a la prevención de enfermedades y a la promoción de estilos de vida saludables mediante aplicaciones móviles y dispositivos que rastrean hábitos y datos de salud, permitiendo que los individuos tomen decisiones informadas y adopten comportamientos que reduzcan la necesidad de tratamientos farmacológicos, lo que debiese ser un objetivo en sí mismo. Ello es especialmente válido en el contexto de la salud primaria y la prevención de enfermedades no transmisibles.
Si una enfermedad no pudo ser prevenida, la salud digital también contribuye al diagnóstico temprano. Los algoritmos de inteligencia artificial analizan grandes cantidades de datos clínicos y biomédicos para identificar patrones que indican la presencia de enfermedades en sus etapas iniciales, mejorando así las tasas de éxito en el tratamiento. Esta capacidad para anticipar problemas de salud permite intervenir antes de que los medicamentos, especialmente los de alto costo, sean la única alternativa.
Una vez diagnosticada una enfermedad, la adherencia a la terapia es otro aspecto crucial para su eficacia. Aquí es donde la salud digital brilla aún más. Recordatorios automatizados, monitoreo remoto y aplicaciones interactivas fomentan la consistencia en la toma de medicamentos, aumentando la probabilidad de resultados positivos. Además, la salud digital permite a los profesionales de la salud supervisar el cumplimiento del paciente en tiempo real, facilitando ajustes según sea necesario.
Tomemos el asma como ejemplo. La salud digital puede prever crisis y exacerbaciones al analizar datos como la frecuencia cardíaca, la calidad del sueño y los patrones de respiración. Al combinar estos datos con factores ambientales, como la calidad del aire, los sistemas de salud pueden alertar a los pacientes y profesionales médicos sobre la inminencia de una crisis asmática, permitiendo medidas preventivas y tratamientos tempranos.
Lo anterior, se conecta con la medicina personalizada, que es un enfoque que adapta los tratamientos a las características individuales de cada paciente, lo que se ha vuelto más alcanzable gracias a la salud digital. La capacidad de recopilar y analizar grandes volúmenes de datos de pacientes permite a los médicos tomar decisiones más informadas y diseñar tratamientos específicos, mejorando la eficacia y reduciendo los efectos secundarios.
Otro ángulo donde la salud digital contribuye, es en la evaluación económica de tecnologías sanitarias. Al recopilar datos sobre la eficacia, los costos y los resultados de diferentes enfoques de tratamiento, se pueden tomar decisiones más fundamentadas en cuanto a la asignación eficiente de recursos.
Otro aspecto final a resaltar, entre muchos dónde la salud digital juega un rol relevante, es en el combate a la infodemia, como las utilizadas durante la pandemia del Covid-19.
A pesar de estas ventajas evidentes y numerosas, la adopción de la salud digital en los sistemas de salud es sorprendentemente lenta. ¿Por qué, a pesar de los beneficios palpables, no se expande rápidamente? Los desafíos son variados: preocupaciones de privacidad de datos, falta de infraestructura tecnológica adecuada, resistencia al cambio en los profesionales de la salud y la inversión inicial requerida, entre otros.
Para avanzar decididamente en la salud digital, los sistemas de salud deben centrarse en abordar estos desafíos. Esto incluye la inversión en infraestructura tecnológica sólida, la implementación de marcos reguladores efectivos para la protección de datos y la promoción de la formación continua para profesionales de la salud. Además, la colaboración entre gobiernos, instituciones de salud y empresas tecnológicas es esencial para superar estas barreras.
Ahora, de acuerdo al Digital Health Index, los países que ranquean más alto en salud digital son Estonia, en primer lugar, y lo siguen Canadá, Dinamarca, Israel y España, de los cuales podemos aprender mucho. El grado de avance también es analizado por el Digital Health Monitor.
En conclusión, la salud digital emerge como un protagonista vital en el acceso a medicamentos eficaces, eficientes y equitativos, optimizando su uso. Desde el diagnóstico temprano hasta la prevención de enfermedades y la medicina personalizada, su potencial es vasto. A pesar de los obstáculos presentes, es imperativo que los sistemas de salud se unan para expandir y abrazar la salud digital. Sólo al hacerlo, podemos aspirar a un futuro en el que la tecnología promueva la salud y el bienestar de las personas en todo el mundo.
Fuente: El Economista
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