jueves, 2 de mayo de 2024

La telemedicina que usarán los astronautas en la Luna y Marte, se prueba en la Antártida argentina

Un proyecto de la Agencia Espacial Europea es llevado adelante en esa región austral debido a las condiciones de aislamiento similares al espacio para misiones de largo alcance.



El espacio es uno de los lugares más hostiles para la vida. Y eso lo saben los científicos e ingenieros que están propulsando los vuelos tripulados fuera de la Tierra.

Es que tener una determinada afección médica en una tripulación en el espacio no es algo sencillo de resolver. Si un astronauta tuviera un problema de salud en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), solo tardaría unas pocas horas para ser llevado a la superficie de nuestro planeta.

Pero si el problema lo tiene en la Luna, se tardarían entre 5 y 7 días para traerlo de vuelta. Y si nos extendemos a Marte, estamos hablando de por lo menos 7 meses. Las misiones tripuladas al espacio profundo son cosa seria. No es lo mismo estar situado a una órbita baja terrestre de 400 kilómetros en la ISS, que en la superficie lunar a 400.000 kilómetros. Y ni que hablar de nuestro vecino el planeta rojo, situado a 400 millones de kilómetros de nuestra esfera azul.

Es por ello que el monitoreo permanente de una tripulación espacial resulta fundamental a la hora de garantizar en todo momento su salud y la misión que llevan adelante. Con la amplia experiencia espacial de distintas agencias, se está buscando profundizar esos conocimientos de la biología humana en el contexto del espacio con la mira en futuras misiones exploratorias a la Luna y a Marte.

La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), está desarrollando desde hace algunos años un proyecto de telemedicina monitoreada a distancia. Y nuestra Antártida argentina es el laboratorio de ensayo perfecto de lo que los futuros astronautas podrían vivir en una situación de emergencia.

Es por ello que el monitoreo permanente de una tripulación espacial resulta fundamental a la hora de garantizar en todo momento su salud y la misión que llevan adelante. Con la amplia experiencia espacial de distintas agencias, se está buscando profundizar esos conocimientos de la biología humana en el contexto del espacio con la mira en futuras misiones exploratorias a la Luna y a Marte.

La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), está desarrollando desde hace algunos años un proyecto de telemedicina monitoreada a distancia. Y nuestra Antártida argentina es el laboratorio de ensayo perfecto de lo que los futuros astronautas podrían vivir en una situación de emergencia.

En vista de la cooperación existente entre Europa y Argentina, con casi tres décadas de trabajo en conjunto, una delegación de la ESA estuvo esta semana en el país para reunirse con autoridades del Gobierno y de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) en el Planetario de la Ciudad de Buenos Aires, Galileo Galilei, donde Infobae pudo presenciar una charla informativa y donde pudo dialogar con algunos de los protagonistas que llevan adelante los experimentos en suelo antártico, imaginando que serán los astronautas quienes se sirvan del valioso trabajo experimental que allí se desarrolla.

“El trabajo nuestro es, por supuesto, seguir explorando el espacio, pero en 4D, es decir en la exploración humana. Como es un medio ambiente agresivo que es el espacio, un medio ambiente extremo, siempre puede haber contingencias de salud. Y el problema es que a medida que se alejan los astronautas de la Tierra, tienen menos posibilidad de tener un médico, o una atención médica correcta, que hasta les puede salvar la vida. Entonces, nuestro concepto, nuestra idea, es crear sistemas médicos que puedan alertar tanto a los astronautas como a los centros de control en tierra cuando hay un problema de salud y una vez alertado, tener un diagnóstico correcto y una terapéutica adecuada para solucionar ese problema”, explicó a Infobae el doctor Víctor Demaría-Pesce recibido en la Universidad Nacional de La Plata, y con estudios de neurología y medicina aeronáutica en el primer instituto latinoamericano de esa disciplina (Inmae), dependiente de la Fuerza Aérea.

Ese sistema de monitoreo a distancia y telediagnóstico médico se llama Tempus Pro y es probado en la Antártida desde hacer varios años. Fue exhibido en el Planetario, junto a una charla magistral del experto en medicina espacial que emigró hace 45 años a Europa para profundizar sus estudios en medicina espacial en el Inserm, un instituto similar al Conicet en Francia.

“Elegimos la Antártida, porque es un lugar que reúne una serie de condiciones similares a lo que pasa en el espacio, es decir, la alteración del ciclo de luz y oscuridad, el confinamiento y el aislamiento. La amplia planicie blanca donde se pierde la noción del lugar y las distancias. Entonces, nosotros elegimos la Antártida con el nombre de análogo espacial. Es decir, es una situación similar al espacio entre el trabajo que hacemos en colaboración con la dotación de hombres que vive allí. Llevamos el aparato de origen inglés en 2019 para ser probado en el continente blanco, específicamente en dos bases antárticas argentinas”, contó el experto médico argentino Demaría-Pesce.

El dispositivo Tempus Pro fue probado en dos bases antárticas argentinas, “Belgrano II” y “Carlini”, y debido a su practicidad y facilidad de uso, será utilizado para más estudios científicos a cargo de la ESA e instituciones argentinas. De hecho hay un segundo aparato que permanecerá en Buenos Aires para seguir estudiando la biología humana.

Los tripulantes en las bases argentinas fueron y están siendo todavía monitoreados de forma remota para evaluar su régimen de ejercicio, la vitalidad de sus órganos y cualquier aparición de enfermedades autoinmunes o alergias que puedan surgir durante su estancia en entornos remotos y estresantes como es el continente blanco.

La estación Belgrano II se encuentra a menos de 1.300 km del Polo Sur, con temperaturas que pueden descender por debajo de los –35°C. Aislado y construido sobre afloramientos rocosos, se utiliza a menudo para estos estudios, ya que vivir allí tiene similitudes con vivir o trabajar en la Luna o Marte. La estación Carlini, ubicada en la isla Rey Jorge, está menos aislada y permite a los investigadores comparar resultados con estos entornos diferentes, pero ambos muy extremos.

La ESA está capacitando con este trabajo a expertos argentinos de la Dirección Nacional de ADN Antártico y del Instituto Antártico Argentino, así como a expertos de la Pontificia Universidad Católica de Argentina y al personal médico que permanece en Belgrano II.


Cómo funciona Tempus Pro

Tempus Pro es un dispositivo portátil utilizado por médicos de todo el mundo para medir de forma remota distintos parámetros de un paciente, mientras transmite dónde se encuentra y ofrece comunicación de voz entre los médicos y el personal en el lugar de atención.

Es literalmente una central médica del tamaño de una caja de zapatos. Es un sistema de telemedicina que registra una serie de variables fisiológicas como la frecuencia cardíaca, presión arterial, frecuencia respiratoria, temperatura corporal. Además, permite hacer laringoscopías y ecografías.

“En la Base Belgrano II tuvimos un enfermo ficticio al que le realizamos distintos exámenes médicos. Cuando estamos haciendo las medidas, los resultados se transmitían directamente en tiempo real al centro de Astronautas europeo (EAC), donde yo trabajo en Colonia, Alemania. Al mismo tiempo mandamos la información a la Estación Espacial Internacional, lo que probó que con una buena conexión el aparato funciona. Hicimos las mediciones fisiológicas en la Antártida, que se estaban monitoreando en el centro espacial en Alemania y también en el espacio. Y lo mejor es que podemos hacerlo al revés, es decir, transmitir desde el espacio con un instrumento puesto en la estación orbital o en una nave camino a la Luna. Es una consulta, diagnóstico y eventual tratamiento a distancia”, agregó el especialista médico.

En la Antártida existen pocas opciones fiables para la transmisión de datos. Además de sus propios sistemas de transmisión base, los operadores utilizan una antena para conectar Tempus Pro a la red de satélites Iridium que orbita la Tierra. Luego, estos satélites retransmiten los datos médicos a un receptor en una ubicación diferente.

Compuesta por 66 satélites entrecruzados en órbita terrestre baja, la red Iridium permite una cobertura global incluso cuando los sistemas tradicionales no están disponibles y permitirá a los usuarios de la Antártida comunicarse, por voz además de enviar datos, con el equipo médico de EAC como así científicos argentinos.

“Tenemos el agrado de trabajar con el doctor Daniel Vigo, quien es investigador del CONICET en la Universidad Católica Argentina (UCA), y que nos sirve para coordinar entre las diferentes instituciones la parte logística, científica y de organización de todo este sistema de colaboración por un lado científico, por otro lado, técnico que se ha hecho que durante estos últimos cinco años y se sigue haciendo en la actualidad. Hoy las dotaciones de argentinos son las que realizan los estudios en la Antártida con el asesoramiento del doctor Vigo y el personal de la ESA”, resumió Demaría-Pesce.

Víctor y Daniel creen que la fortaleza de Tempus Pro reside en la forma en que el dispositivo combina todas las técnicas médicas necesarias para realizar una evaluación médica inicial en una unidad única y robusta, así como su flexibilidad para transmitir información a través de una variedad de redes de voz y datos. Y lo mejor es que los usuarios no médicos también pueden operar.

Infobae también dialogó con el doctor Daniel Vigo, presente en el Planetario. “Nosotros empezamos en el 2014, un proyecto de cronobiología antártica, con el estudio de los ritmos biológicos. Lo hicimos porque para nosotros es importante la Antártida como escenario único ya que el personal que lo habita está cuatro meses bajo la noche polar y sabemos que el Sol es el principal sincronizador de nuestros ritmos biológicos”, precisó Vigo.

Y agregó: “El Sol permite que nos sincronicemos con el día y con la noche. Nuestro reloj interno funciona con 24 horas y media. O sea, que si te encierran sin la luz solar, todos los días te irías a dormir un poco más tarde. El Sol sincroniza eso a 24 horas. ¿Entonces, qué pasa con alguien que va a la Antártida y está con cuatro meses de oscuridad completa? ¿Qué pasa en esos cuatro meses con los ritmos del cuerpo? Eso es lo que estudiamos nosotros. Y el interés en la exploración humana del espacio tiene que ver con que en un viaje a Marte van a estar 250 días sin luz natural. Entonces la Antártida en ese sentido y en otros, funciona como un análogo espacial”.

El experto de la UCA señaló que gracias al contacto del doctor Demaría-Pesce pudieron comenzar a colaborar con la ESA, primero en cuestiones operacionales como la prueba del equipo Tempus Pro y ahora con algunas cuestiones científicas más complejas.

“El título de nuestro proyecto científico es Cronobiología del aislamiento antártico y el uso de la base Belgrano II como modelo de desincronización circadiana y análogo espacial, que lo resumimos en Belgrano a Marte. Cuando comenzamos en 2014 con el proyecto parecía un delirio, pero la Argentina está hace más de100 con presencia permanente en la Antártida, algo que ningún otro país puede ostentar”, precisó Vigo.

El especialista en ritmos circadianos destacó que estos experimentos no solamente sirven para los astronautas de largas y complejas misiones espaciales. “La tecnología que se prueba en la Antártida y que se probará en el espacio, los protocolos que se puedan obtener, se utilizarán para otras situaciones donde hay problemas con el sueño y los ritmos biológicos. El hecho de tener una dotación antártica en condiciones completamente controladas, que comen lo mismo, que viven las mismas experiencias, hace que sea un modelo muy, muy interesante. Entonces, la primera cuestión es esa, de colaborar con ellos y probar los mismos protocolos que ellos hacen en la exploración humana del espacio, pero en forma real aquí en la Antártida”, indicó Vigo.


Faro científico en Argentina

Estefania Coluccio Leskow, gerenta Operativa del Planetario indicó a Infobae que el Planetario Galileo Galilei de la ciudad de Buenos Aires, se erige como un faro con la misión de democratizar la ciencia, especialmente la astronomía, para todos.

“El evento que convocó a la ESA, expertos de la CONAE y estudiantes secundarios, es una oportunidad fantástica para mostrarles a los estudiantes y a la sociedad en su conjunto, los proyectos que nuestro país comparte con la Unión Europea. Además, esta iniciativa posibilita visibilizar que la ciencia es una empresa colaborativa, que se construye entre miles de personas de muchísimos países, y que cuando el ser humano deja de lado sus conflictos y trabaja por el bien común, es capaz de alcanzar niveles de innovación y progreso impresionantes”, precisó Coluccio Leskow.

Así mismo, Vigo, destacó que es muy importante difundir el trabajo conjunto que realizamos con la ESA. “Estamos convencidos que esta cooperación servirá de inspiración para que los estudiantes, al momento de pensar en su futuro, conozcan que muchas carreras universitarias los pueden llevar a trabajar en profesiones vinculadas a la exploración espacial”, concluyó.




Fuente: Infobae

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